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viernes, 30 de septiembre de 2011

Los palacios de los negocios oscuros


La incuria económica española tocó fondo una vez más al iniciarse la segunda mitad del siglo XIX. Entonces el Ministerio de Hacienda  cortó por lo sano, adoptando la resolución heroica de vender bienes del patrimonio real (llamado después patrimonio nacional) repartiendo los beneficios de la siguiente manera: 75% para las arcas del Reino y 25% para las las cuentas de Su Majestad. Esta "discreción" regia fué denominada "rasgo" por literatos afines a Palacio, en tanto sus enemigos, muy numerosos, monárquicos o no, se decantaron por la sorna. Y llamaron a Isabel en adelante, "la Señora del Rasgo". Más tarde fué incluída entre los personajes de los esperpentos valleinclanescos, con mucho éxito.

De la misma época isabelina, fué el Marqués de Salamanca, constructor del barrio madrileño, que lleva su nombre, el más fino y elegante  de Madrid, hasta los años sesenta del siglo pasado.  El Marqués se hizo millonario explotando los nuevos ferrocarriles y se vió envuelto en varios escándalos relacionados con las aduanas, los aranceles, etc. Una característica de la vida del Marqués,  muy conocida, consistió en mantener tres casas abiertas simultáneamente: en Madrid, Roma y París, con sus criados siempre dispuestos a recibir a su señor, incluídos los servicios de cocina y las chimeneas de los salones encendidas para que no se destemplara el  Sr. Marqués.

Pasados algunos años, durante el reinado del nieto de la Reina, don Alfonso XIII, se rumoreó mucho sobre la aceptación  por parte del Rey de regalos de industriales siderometalúrgicos, consistentes en acciones privilegiadas, y en la participación, aquí y allá, de testaferros de Su Majestad en numerosos negocios que permitieron redondear la fortuna regia.  Estos rumores partían siempre de círculos republicanos viscerales, por tanto poco fiables como fuentes.

En 1934, tres años después de la renuncia de don Alfonso al trono y sesenta y seis del destronamiento de su abuela doña Isabel, por la Revolución, llamada gloriosa, de 1868, dos buscavidas austriacos, llamados Straus y Perl, contactaron en Madrid con las autoridades pertinentes, tratando de obtener permisos para instalar en casinos españoles, una ruleta de su invención, con trampa. Descubierta ésta, y expulsados  los tramposos del casino de Palma , denunciaron rabiosos a todas las autoridades que habían admitido sus sobornos, consistentes en relojes de oro, pitilleras, y cosas así. El asunto  se saldó con la dimisión del Jefe del Gobierno, Sr. Lerroux, porque un sobrino suyo tarambana se hallaba entre los receptores de los sobornos austriacos.

En el curso de los años del Régimen de Franco, se hablaba ( la información circulaba entonces  exclusivamente de boca a oído) de un capitán general que sustraía aceite de oliva a sus soldados, para convertirlo en jabonetas olorosas, utilizadas por las bellas de la época; de varios generales con mando en plaza, para quienes la Embajada Inglesa de Madrid, abríó en bancos de Nueva York, cuentas millonarias, simplemente por mostrarse contrarios a la política intervencionista  del cuñado del Caudillo, Sr Serrano Súñer, en el conflicto bélico que asolaba Europa; de un político tremebundo cuya fortuna procedía de los talleres  donde se imprimían las cartillas de racionamiento destinadas a paliar el apetito que atenazaba cruelmente los aparatos digestivos de veinticinco millones de españoles, de los negocios de doña Pilar, hermana del Caudillo, entregada a la recepción de dineros por las expropiaciones de terrenos solo existentes en los mapas del catastro pero  carentes de existencia real, cuando la autoridades decidieron construir la primera autovía (M-30) de circunvalación de Madrid; de los negocios de importación de motos "vespas" dirigidos por el yerno del General Franco. llamado desde entonces Marqués de Vespaverde y no de Villaverde, como le correpondía por herencia paterna.

En los tiempos democráticos actuales, los políticos importantes implicados en casos de corrupción, son tantos que necesitaríamos una especie de guía con los nombres de los corruptos en  orden alfabético,  cuyos anhelos más fervientes siempre han sido colocar periódicamente ambas manos en los fondos reservados, y retirarlas colmadas.

El anteúltimo asunto publicado, roza tangencialmente a la Casa  real, pues los jueces valoran en la actualidad las actuaciones de un llamado Instituto Nóos de Investigación Aplicada del que fué director el último yerno que le queda a su Majestad. Una de las facturas libradas por el Instituto resulta alucinante: es un cobro "a cuenta de comisiones futuras". Finalmente la última corrupción anunciada hoy mismo, trata de los los gastos  (más de treinta millones de euros) de los directivos de la SGAE; absolutamente anonadantes: viajes, cuentas de hoteles en lugares idílicos, de joyerías, de suspermercados:  un asunto verdaderamente orgiástico. Pobre País.    

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