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lunes, 12 de marzo de 2012

A un día de los idus de Marzo


Ayer se conmemoró el octavo aniversario del atentado con bombas, colocadas en cuatro trenes pertenecientes a la línea del corredor del Henares. En total diez bombas que causaron ciento noventa muertos y unos dos mil heridos. Los sindicatos obreros organizaron para el mismo día, una manifestación que mostrara su repulsa a la política laboral emprendida por el Gobierno popular de centro-derecha, que recorta, dada la crisis económica, ciertos derechos adquiridos por los trabajadores. Al mismo tiempo los Sindicatos, confiaron en la Presidenta de una de las asociaciones de víctimas y familiares de víctimas del atentado, la lectura de un manifiesto en que se daba por buena la versión oficial socialista del crimen. Según esta versión el atentado habría sido cometido por un único sujeto, condenado a una pena de prisión de 40.000 años. Este sujeto habría colocado trece bombas (tres no estallaron) . Las diez  explosionaron una tras otra en un plazo de cinco minutos.

Tanto el condenado, como sus compañeros encausados, se habían dedicado, hasta la víspera del atentado, a la venta de ropa robada en los grandes almacenas, la venta al por menor de droga y a las labores propias de confidentes de la Guardia Civil. En mi opinión la sentencia oficial no es creíble. Peor, es una auténtica chapuza procesal y judicial.

Don Quijote hubiera alanceado a tanto miserable. Por mi parte, como no puedo hacer otra cosa, ni están los tiempos para violencias, trataré de explicar la secuencia de los hechos previos al atentado en una novela breve, que haré pública en el blog si la presión popular resulta irresistible. Me propongo terminarla en diez ó doce días. Así que hasta entonces me despido de todos  ustedes con un cariñoso saludo.   

sábado, 10 de marzo de 2012

Estos tiempos

Reinos de taifas
Desde la época aquella del "sereno" que acertaba al instante con la llave precisa entre otras veinte, para abrir el portal de la casa de Geraldine Chaplin, hasta nuestros días, han cambiado muchas cosas, empezando por la desaparición de los "serenos", empujados fuera de la escena por los "porteros automáticos" carentes de alma.

Y han aparecido otras cosas, por ejemplo una banda terrorista de siniestro historial, aunque escribidores adictos hayan querido revestirla con ropajes épicos, que un Presidente desorientado, de poquísimas luces, colocó en las instituciones del Estado, y ahí les tenemos, con sus camisas a cuadros y su aire montaraz en el Congreso de los Diputados y dueños ya de una de las tres provincias vascas: Guipúzcoa. Los del Congreso se muestran  algún tanto desorientados todavía, semejantes a las aves en corral ajeno, pero como son de suyo chantajistas, inician siempre sus discursos con una frase, convertida en su marca de fábrica: "Exigimos al Gobierno..."  

Dividida España en su día en diecisiete Autonomías, de cada una surgió una clase política dedicada, salvo las excepciones de rigor, a mimetizar al Gobierno de la Nación, como los niños imitan a los adultos.Pero esta mimesis ha terminado por arruinarlas, con la inestimable ayuda del Presidente anterior, el de las luces.Tampoco tenía muchas aquel Presidente autonómico que justificó las deudas dejadas a su sucesora en el cargo, dejando caer, despectivo, que él desempeñó el cargo de Presidente y no de contable. La Autonomía andaluza merece también algún comentario aunque, dadas algunas especiales peculiaridades cronológicas, será explicado en un capítulo exclusivo, no en vano fue la cuna de los contertulios de Monipodio.    

El nuevo Gobierno ha debido aprobar un plan de ajustes y recortes presupuestarios, atentamente vigilado por la señora Merkel, la canciller alemana. Pero he aquí que los sindicatos obreros, nutridos a partir del presupuesto nacional  y de los autonómicos, no toleran ni recortes ni ajustes, y han anunciado una huelga general cegados por la estulticia que les corroe, con la que sueñan derribar a un gobierno apoyado por 11,5 millones de votantes. Al fondo se adivinan los manejos del jefe de la Oposición, convertido en un Uriah, el personaje de Dickens que tanto se frotaba las manos. Y esto es todo lo que hay de momento.      

viernes, 9 de marzo de 2012

Aquellos tiempos

Geraldine Chaplin
Durante la época de Franco, la política para el ciudadano corriente, constituía un terreno vedado, tan sólo frecuentado por unas minorías muy reducidas, de fidelidad demostrada y además reconocida por el propio Régimen. La mayoría de los ciudadanos seguían el consejo dado por el mismo General a un interlocutor que le exponía sus inquietudes "Haga usted como yo, joven, y  no se meta en política".

De hecho, la sección de política nacional en los periódicos se redujo, durante muchos, años a unos discursos soporíferos de los jerarcas del Gobierno de turno, y a los comentarios y  exégesis escritas por sesudos periodistas,  que no debía leer nadie. 

La gente canalizaba sus naturales inquietudes volcándose en el seguimiento de su club de fútbol favorito, y se "realizaba" cuando un acontecimiento deportivo colmaba sus ilusiones. Por ejemplo, el "gol de Zarra", futbolista  de la selección española que marcó un tanto  en la portería del equipo inglés con ocasión del Campeonato Mundial de 1950, celebrado en Brasil. Los periodistas españoles que presenciaron el partido, redactaron unas crónicas del hecho, bañados en sus propias lágrimas, en tanto motejaban,  por escrito, a la Gran Bretaña como la "pérfida Albión", para magnificar hasta el delirio, la patada del tal Zarra.

Estos mismos ciudadanos que, en opinión de Sir Winston Churchill, eran notoriamente felices al lado de sus contemporáneos de la Unión Soviética, mostraban una gran afición al cine fabricado en Hollywood. Los caballeros preferían las películas para cuya realización había sido imprescindible la colaboración de las fuerzas armadas de los EEUU. Algunos, de gustos más exquisitos, preferían las películas de Arte y Ensayo europeas y tenían el temple necesario para ver "Roma, città aperta", "Ladrón de bicicletas" o "La strada" cinco o seis veces seguidas sin pestañear.

Las señoras mucho más inclinadas hacia los melodramas del mismo origen, ponían los ojos en blanco al ver en la pantalla aquellas espléndidas cocinas, las cortinas de los salones, y los tresillos forrados de cretona. Fué la época de la filmografía mexicana, cuando todo el mundo trataba de cantar como Jorge Negrete y a muchos jóvenes y adolescentes le daba por caminar y hablar con la elocuencia de Cantinflas.

Otras minorías preferían asistir a los conciertos de la Orquesta Nacional de los sábados por la mañana en el Cine Progreso o a los del Palacio de la Música los domingos, y ver con curiosidad cómo dirigía, con mano maestra, a los  profesores,  un niño italiano de diez o doce años, Pierino Gamba, que al crecer debió desaparecer en el anonimato.

Geraldine Chaplin, una de las hijas del famoso cómico del bombín y bigotillo, recordaba no hace mucho en la prensa madrileña , su juventud transcurrida en la Capital: "que Dios me perdone (por lo que voy a decir) pero aquellos tiempos fueron los mejores de mi vida. Llegaba hasta el portal de mi casa, de noche, daba  unas palmadas y aparecía el "sereno" que  abría inmediatamente la puerta , acertando siempre  con  la llave entre las docenas que llevaba. Hasta entonces no supe lo que era libertad".

Ahora todo es muy distinto y como no quiero alargarme más, de otro modo mi cuñado Grego de Valladolid, no me lee, termino aquí dejando para mañana mi comentario sobre los tiempos actuales.  

jueves, 8 de marzo de 2012

Los helicópteros del señor Bono


No se comprende muy bien el origen de la inspiración pacifista a ultranza, mantenida por el ex-Presidente Rodríguez, entre otras cosas porque la violencia que ejerció sobre la sociedad española con sus proyectos legislativos lesivos, no tenía parangón en la Historia de España. El caso es que su Ministro de Defensa, el señor Bono, quiso sintonizar sentimentalmente con su Jefe y de paso halagarle, al decir que "prefería morir", es de suponer, heroicamente, "a matar", cabe pensar de forma alevosa. Con semejante declaración, pronunciada para la posteridad, el señor Bono dejaba en mal lugar a sus subordinados, los militares de carrera y de oficio pues, cualquiera en su sano juicio no pensará que los militares puedan compartir la intempestiva opinión de su Ministro.

Durante el mandato del señor Bono, fueron destruidos en Afganistán, en un mismo ataque talibán, dos helicópteros "Cougar" del Ejército Español. Dado que la doctrina oficial de nuestra presencia en aquellos andurriales, con vistas a la opinión pública, se calificaba de "misión de paz", porque tal doctrina era impuesta por la extrema izquierda, los del "no a la guerra" y la retirada indigna de Irak, que habían llevado al poder al señor Bono y a sus compañeros socialistas, el señor Bono se apuntó de inmediato a una acción de la Naturaleza como causa de la desgracia.

Tanto el helicóptero derribado en realidad por un misil tierra-aire, como su compañero, que debió refugiarse de mala manera mediante un aterrizaje forzoso entre dos elevaciones del terreno, debieron sus percances, según la versión ministerial, a una ráfaga de viento. Y dijo esto a quien quiso oirle por la TV estatal, quedándose tan fresco. Después impidió las investigaciónes al respecto, pese a las quejas de los familiares de los fallecidos (no en acción de guerra para el señor Bono, sino a consecuencia de un accidente fortuito).

Una vez destituído por el veredicto de las urnas, el señor Bono hizo saber, muy digno, al nuevo Gobierno, que se hallaba en disposición favorable para aceptar la Embajada española en el Vaticano, vestir el uniforme diplomático, e incluso portar, pese a su pacifismo, el espadín de rigor. Parece mentira que los Bono y gentes mentirosas semejantes hayan manejado el destino de un país de casi cincuenta millones de habitantes, sometidos conscientemente a tantos malentendidos y dispuestos a justificar sus mentiras con otras en una cadena interminable.

Ayer, el nuevo Ministro de Defensa puso en marcha, mediante el oportuno tribunal militar, una nueva investigación sobre los helicópteros derribados en Afganistan, que llegará a las conclusiones ya sabidas hace años y sobre todo hará justicia a los militares fallecidos y a los supervivientes.

miércoles, 7 de marzo de 2012

La crisis económica y el Ford modelo T



Hoy pretendo explicar nuestra tan traída y llevada crisis y su relación con la actitud adoptada por los superferolíticos sindicatos de clase y nuestra adorable oposición liderada por el inefable Alfred. Si alguno de vosotros es docto en las Ciencias de la Física y/o de la Economía, cosa que no me extrañaría nada, absteneos de seguir leyendo, porque perderíais el tiempo miserablemente.

Para los que queden: imaginad un automóvil Ford modelo T, sin techo, contemporáneo del estado mussoliniano, cultivador del  sistema económico autárquico, que más tarde, hacia 1940, fué copiado en España por los sesudos estrategas económicos de la época, y finalmente abandonado al inicio de la década de los 60, en vísperas de un despegue económico sin precedentes  en estas tierras de pan llevar, cuando una mercancía exportada pasó, de la noche a la mañana, de valer cien dólares,  a treinta dólares. Nos las quitaban de las manos.

Pero sigamos con lo nuestro: El supuesto Ford carece de frenos y tiene gripado el motor. Tan sólo rueda si le empujan. Y esto es lo que vamos a hacer virtualmente. Empujarle hasta el inicio de la  pendiente casi interminable de una carretera seguida por otro trayecto llano.Una vez que las ruedas traseras del coche se hallaran en la pendiente, el vehículo iniciaría su marcha a velocidad uniformemente acelerada, lo cual significa que el espacio recorrido en cada unidad de tiempo transcurrido (digamos, un segundo) es mayor que en la unidad de tiempo precedente, es decir, en el segundo anterior. Así que el Ford va a toda pastilla.

Esta aceleración del Ford, tan sólo se interrumpiría de producirse una de estas tres circunstancias: (a) colocando en medio de la cuesta una muralla de piedras y troncos, ó una masa compacta de sindicalistas voluntarios y políticos de la oposición, como los que van estos días a las manifestaciones contra la reforma laboral, en las que se hundiera el pobre Ford, deformándose hasta quedar en estado deplorable, sin posible identificación, (b) haciendo llegar a la altura del automóvil en emocionante descenso, mediante un helicóptero, a un superhéroe de Hollywood, el cual bajando por la correspondiente escala llegaría al coche y se haría dueño de la situación, como en las películas, arreglando lo que fuera menester o bien (c) dejando rodar al Ford por las buenas hasta alcanzar el terreno llano, en el cual la velocidad del bólido en los últimos metros de la pendiente, recorridos durante el último segundo  de descenso, experimentaría una disminución también uniforme para, al final,  quedar inmóvil, como si nunca hubiera roto un plato.

Esta parábola del Ford, modelo T, en el papel de la crisis, ha quedado claro el papelón representado por los sindicatos y la oposición, los que tachaban hace menos de un año como una grave irresponsabilidad, convocar una huelga general  por los cinco millones de parados de entonces.Y ahora quieren hacerla.      

martes, 6 de marzo de 2012

Fabricando mitos (y 2)


La oposición y los sindicatos de clase, con su actitud frente a un gobierno agobiado que trata de cerrar las vías de agua de un barco medio hundido, recuerdan aquel buitre siniestro, posado en el suelo a cierta distancia de un niño desnutrido y abandonado al parecer, en un campo desolado de Somalia. Recientemente he leído que el niño sobrevivió  aunque vaya Vd a saber qué puede hacer de provecho en aquel País.

La sensación que produce un gobierno que aguanta todo  sin decir "las verdades del barquero" y es capaz de acuartelar amedrentado a los policías antidisturbios, alentando toda clase de atrevimientos manejados desde lejos, resulta desoladora. Es como si estuviéramos sometidos a un detenido escrutinio por el  buitre de turno en espera de nuestro desfallecimiento

De la primera vez que los socialistas alcanzaron el poder en 1981, sabemos ahora que estuvieron en connivencia con los militares sublevados, para "reconducir la situación", "dar un golpe de timón" y todas esas tonterías. Después gobernaron como saben hacerlo, sintiéndose impunes y dueños absolutos del cortijo.

La segunda vez, en 2004, repitieron su actitud en cuanto a su manera de dirigir la cosa pública, con una suficiencia ignorante, que hoy produce escalofríos, empeñados en perseguir crímenes cometidos hace tres cuartos de siglo y oponiéndose a cualquier investigación que pretenda dilucidar otros perpetrados tan solo hace ocho años, víctimas de la barbarie que les llevó en volandas a la Moncloa y aledaños.

Y ahora la pareja de enanos inseparables sindicalistas, formando un trío con Alfredo, "llámeme señor, si no le importa", parecen tener planes que dibujan nuestro futuro inmediato, lo cual implica soportar una agitación callejera constante que convierte eslóganes en mitos tramposos: "la barbarie policial", "los recortes presupuestarios" y la "Tercera República" dispuestos para dinamizar las masas sindicales liberadas y millonarias, las cuales, vía sindicatos verticales, son herederos de las organizaciones corporativas italianas fascistas, del Duce Mussolini. Ni más ni menos.

lunes, 5 de marzo de 2012

Fabricando mitos (1)


Habían transcurrido algo más de cien años desde que el caudillo visigodo Pelayo tendió una celada a los musulmanes, venciéndoles en la batalla de Covadonga (Asturias), que no fue si no una simple escaramuza para los derrotados, entonces muy crecidos por la recientes conquista de todo un País, cuando otro Rey asturiano, Ordoño I, se vió en un aprieto en Clavijo (La Rioja) el año 844, ante una fuerza mora que duplicaba a la suya.

Cuenta la leyenda que Ordoño, hombre prudente, se refugió con sus tropas en el castillo de la localidad, para pasar la noche y, tumbado en su yacija, soñó que el Apóstol Santiago, jinete sobre un caballo blanco, cargaba contra la morisma, seguido por los guerreros asturianos, facilitándoles la victoria de Clavijo. De amanecida, el Rey contó el sueño a sus capitanes, y éstos a la tropa que se sintió muy reconfortada.

Una vez lanzados con gran ímpetu los cristianos en el campo de batalla real, contra los musulmanes, se cumplió el sueño del Rey, porque ante el entusiasmo de todos apareció el Apóstol Santiago dando certeros mandobles a diestro y siniestro en tanto volaban las cabezas de los muslines a un lado y a otro del blanco corcel. De manera que la batalla de Clavijo fue una gran victoria obtenida con la ayuda celestial.

Años más tarde, algún cronista del reino, al dar cuenta de esta batalla en la que nadie había mencionado por escrito hasta entonces al Apóstol Santiago, añadió un poco de picante a la crónica, al incluir como auténtica  la presencia de Santiago en Clavijo Y así se creó el mito que galvanizó a las tropas españolas en todas  sus luchas durante la Edad Media.

Porque los guerreros musulmanes contaban de antiguo con su "yihab", o guerra santa, y su empuje en el campo de batalla, alentado por la promesa de una estancia eterna en el Paraíso, que con los incentivos consiguientes para los guerreros muertos en el campo de batalla, añadía a las tropas un plus de agresividad.

Con su iniciativa el ingenioso cronista real trató, en realidad, de neutralizar la carga emocional de los guerreros musulmanes entrados en combate, facilitando que, en adelante, los cristianos pudieran cargar contra el enemigo al grito de "¡Santiago y cierra, España"!. Se entiende que "cerrar" es sinónimo de atacar y nada tiene de común en el contexto con "clausurar" algo, como han creído los debeladores de mitos medievales muy sabidos e indocumentados.

Toda esta historia ocurrió, como digo, en el primer milenio. Hoy día, iniciado el tercer milenio, la parte progresista de la Humanidad, ha sentido la necesidad de contar con unos buenos mitos, a semejanza de los medievales, para animar en sus luchas a las masas adictas, pues como es sabido, los mitos son metabolizados de inmediato y no necesitan elaboración mental alguna. Mañana me ocuparé de este asunto.

sábado, 3 de marzo de 2012

Las fosas de Garzón (y 5)

Abuso de poder

Antes de convertir España en un protectorado económico alemán, Rodríguez soñó con heredar la República de su abuelo, el capitán Rodríguez, procediendo a originar un bucle en el tiempo. Para ello resultaba imprescindible situar la época del franquismo y postfranquismo  en una especie de limbo al margen de la Historia.Y fue en esta tarea donde el concurso de don Baltasar resultaba imprescindible, como ya he apuntado días pasados.

Basado en el churro jurídico llamado Ley de la Memoria Histórica, don Baltasar pensó conquistar  una parte significativa de la opinión pública, facilitando el conocimiento de la ubicación precisa de todas las fosas donde se hallaran los restos de las víctimas del franquismo, ya excavadas o no. Es decir, el trazado de un mapa de España, con millares de pequeños círculos rojos aquí y allá, uno por cada fosa,  que impactara en las masas y reavivara el recuerdo de la guerra civil.

Los circulitos rojos corresponderían por tanto a las víctimas originadas, sobre todo, durante los cuatro meses posteriores al alzamiento militar de 1936 (terror blanco) y nada tendrían en común con las fosas de las víctimas resultantes de la acción represora del Frente Popular (terror rojo) sin cabida en la cartografía de don Baltasar.

Una vez conseguido el siniestro mapa, de acuerdo con las indicaciones de los archivos parroquiales de todos los municipios  de la época (unos ochomil), la cuestión se reducíría a la identificación de los culpables del desaguisado, es decir, el General Franco y demás compañeros alzados contra la República, para acusarles  ante el Mundo y"The New York Times", de genocidio.

Obtenidas las partidas de defunción de los militares implicados, facilitadas por los registros municipales correspondientes, la noticia de las gestiones llevadas a cabo por don Baltasar, dejó yerta  a la opinión pública, y aunque él no lo percibió, este momento marcó el punto de inflexión de su carrera, porque el Poder Judicial se percató entonces del pequeño monstruo que había alimentado en su seno y decidió apartarle de la Judicatura, condenándole por el asunto, menos polémico, de las escuchas telefónicas ordenadas por el Juez, de los abogados y de sus defendidos en prisión preventiva. Así el genial don Baltasar instruía sus casos día a día, con las confesiones  involuntarias de sus inculpados.

En el asunto de las fosas don Baltasar fué absuelto, pero el sibilino Tribunal Supremo que le absolvió, redactó una sentencia que resultaba impresentable , se entiende para su exhibición por don Baltasar en los foros internacionales, pues en el texto de la misma se subrayaba  la incompetencia del Juez como instructor al ignorar la doctrina de la  prescripción de los delitos, la ley de amnistía, el desconocimiento de los límites de sus competencias como instructor  (un juez nunca es un historiador) y la calificación de los delitos que no estaban tipificados en la época (contra la Humanidad o genocidio) y, sobre todo, que las leyes no pueden ser retroactivas.

Hay que ver hasta dónde fue arrastrado don Baltasar por la maligna ambición, como cantan los mexicanos.

Nota: La División de Derechos de Gracia, dependiente de la Subsecretaría de Justicia, se encarga actualmente de coordinar la exhumación de los desaparecidos durante la guerra civil, sin trazar mapas garzonianos.

    

viernes, 2 de marzo de 2012

Las fosas de Garzón (4)

Sede General de los Juzgados. Plaza de Castilla. Madrid
Para la mayor parte de quienes les dice algo el apellido de don Baltasar, es posible que el hombre les resulte indiferente, quizás una cuarta parte le venere y aún le adore, (como hemos visto hace un par de semanas en las manifestaciones de apoyo de sus partidarios, frente al Tribunal Supremo o hace un par de días en el homenaje brindado al ex-Juez en Buenos Aires, por la Presidenta argentina), y el resto le odie o le desprecie.

Puede que la adoración tenga raíces ideológicas, porque don Baltasar siempre ha hecho gala de su condición de juez izquierdista, progresista, y de ser partidario del derecho alternativo, es decir de aplicar la Ley, según y cómo. Don Baltasar pertenecería a la escuela jurídica del Ministro de Justicia Bermejo, adicto en sus ratos de ocio a bailar el cha-cha-chá, y en su trabajo, a manchar de barro del camino la toga, si fuera necesario para llegar a un buen fin.

Es preciso reconocer por otro lado que don Baltasar, desde hace una veintena de años, ha presentado un afán inmoderado de intervenir en los casos de elevado potencial mediático, llegados a la Audiencia Nacional para ser instruídos y juzgados, sin cuidarse del tradicional sistema de reparto entre los jueces de las distintas Salas de la Audiencia. Don Baltasar siempre ha ido a lo suyo.

En cierta ocasión prolongó la instrucción de un caso (sobre supuestas prácticas corruptas en el canal de TV Telecinco) durante nueve largos años, de manera que los inculpados debieron tener siempre a mano el maletín con el cepillo de dientes y un par de mudas, en el curso de aquellos 108 meses para el caso de ser conducidos en una furgoneta celular, directamente desde su domicilio a las frías mazmorras cuando lo requiriera don Baltasar. Algunos inculpados fallecieron en el ínterim, y todos los demás, absolutamente todos, se dice pronto, fueron exculpados tras el juicio correspondiente. 

Algún fin de semana, dedicado por don Baltasar a la caza menor o mayor, los inculpados en algún caso debieron pernoctar, siguiendo las órdenes del Juez, en los hediondos calabozos de los Juzgados de la Plaza de Castilla (Madrid) para que, así "macerados", procediera don Baltasar a efectuar los interrogatorios oportunos a una hora cómoda, bien entrada la mañana del lunes.

Don Baltasar retuvo el caso del "Bar Faisán" de Irún (Guipúzcoa) durante tres años, en connivencia con el Ministerio del Interior, por indicación del Ministro, para evitar que fueran encausados ciertos policías que colaboraron con los pistoleros de la banda ETA, precisamente teniendo como escenario de la trapacería aquel bar.

Leer el documento redactado por don Baltasar destinado a excarcelar a un preso de Eta-Batasuna, que había expresado el deseo de cuidar a su madre anciana, domiciliada en Lasarte (Guipúzcoa),  es como leer un ejercicio de redacción de un muchacho de quince años, porque resultan patentes los esfuerzos inútiles del Juez para ocultar el motivo del viaje del etarra: tomar parte en las conversaciones mantenidas entre miembros de la banda y portavoces del Ministerio del Interior, que llevarían la paz a los montes y valles del País Vasco entre otras ventajillas para la banda, como el reconocimiento de Bildu y Amaiur, las terminales políticas de ETA.

Don Baltasar tiene en su haber una larga serie de servicios al poder político socialista, como estos dos últimos y entre los cuales el de las fosas fue uno más, si bien le llevó al banquillo. Justo castigo. Mañana definitivamente acabo con don Baltasar, digno representante de la picaresca judicial española. 

   

jueves, 1 de marzo de 2012

Las fosas de Garzón (3)

Las amistades de Rodríguez: Hugo Chávez, Fidel Castro y Evo Morales 

Una vez en el poder Rodríguez, sin dar descanso a los músculos risorios, no quiso saber nada de sus compañeros de la Federación Socialista Madrileña que le habían sacado del anonimato, y se dispuso a gobernar a su manera repatriando a los soldados de Irak, (que habían montado un hospital y se dedicaban a repartir agua embotellada entre los naturales del país), tal como había prometido durante la campaña electoral, para ganar a las masas, ya que en la memoria colectiva de éstas figura la marcha a la guerra marroquí de los solados de haber, y no de un ejército profesional de voluntarios como el retirado de Irak  

Así se dió a conocer el hombre en el mundo occidental, como un líder rompedor de moldes. Moratinos, lo más parecido a Metternich disponible en aquella época, colaboró con Rodríguez para trazar las líneas maestras de su política exterior, consistentes en estrechar lazos ideológicos con los sátrapas caribeños Castro y Chávez, sin olvidar al nuevo cacique andino Evo Morales que apuntaba maneras, y arreglar el resto del Tercer Mundo, tirando de chequera en cuanto tenía ocasión. 

Cuando notó su aislamiento, quiso rectificar su política y los chicos de Exteriores, en una de las múltiples cumbres celebradas, creo que en la ONU de New York, le colocaron en un paso obligado para Bush, quien saludó a Rodriguez con un sonoro "¿qué hubo, amigo?", continuando sin interrumpir su marcha y dejando al amigo tratando de memorizar lo que le habían dicho que memorizara y dijera, sin tener ni la más mínima ocasión de decirlo.

Su suerte con el siguiente inquilino de la Casa Blanca, el Presidente Obama, fue un poco mejor, pero sólo un poco y se redujo a la famosa foto de las hijas góticas que dió varias veces la vuelta al Mundo.

La política interior de Rodríguez giró en parte, en torno a su difunto abuelo, el capitán Rodríguez y a su trágico destino, veinte años antes de nacer él, a orillas del río Pisuerga, en Valladolid. Otra parte de esta política interior consistió en enervar a la mitad de la población española con la legislación  encargada por el Presidente para modernizarla de una vez y colocarla a la cabeza de Europa legislativamente hablando, como le gustaba señalar.

Poco a poco los españoles fueron percatándose de la personalidad de Rodríguez, un hombre cerrado al conocimiento, ansioso de transformar a la sociedad en nombre de un marco ideológico construído a la   diabla, con apotegmas copiados de algún calendario soviético de los años veinte, y  de las pintadas parisinas del 68, obsesionado por ceder a la posteridad dos delicuescentes realizaciones jurídicas: la Alianza de las Civilizaciones y una Ley de Memoria Histórica, que el crítico más benevolente ha tachado de nonadas

En el curso de los años, Rodríguez había dado a conocer su admiración por el régimen republicano, no considerado en abstracto, sino referido a la Segunda República (1931-1939), y su rechazo del periodo histórico siguiente hasta su propia aparición en la escena nacional, como Presidente redentor.

Así pues, era necesario borrar de la mente de las masas todos los estorbos precisos para llevar a cabo esta titánica tarea. Entonces apareció el hombre indicado, una mezcla de profesional marrullero y pésimo instructor de causas judiciales, pero bien visto por Rodríguez, dispuesto a culminar los sueños presidenciales: el conocido Juez-Magistrado de la Audiencia Nacional , Garzón. Hoy ex-Juez, puesto en la calle por sus compañeros del Tribunal Supremo.


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