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domingo, 8 de noviembre de 2009

Freddy el merecido



Cualquiera que hubiese visto por primera vez en la pantalla del televisor a un don Alfredo, tan modosito, diciendo que constituye una grandísima infamia, rotundamente falsa, la acusación vertida contra él por el PP, de ser culpable de haber intervenido mil quinientos teléfonos portátiles pertenecientes a políticos de la oposición, se colocaría, de todo corazón, al lado del ofendido Ministro de noble rostro, de tan acrisolada trayectoria, y de tantísima honestidad demostrada a lo largo de su dilatada vida política. Porque, efectivamente, no hay más que verle para comprender, para intuir, la sinceridad reflejada por su mirada. Además aquello de la jornada de reflexión de 2004, fue un pronto, una tontería que nadie recuerda. Y las acusaciones en ¡ejem! democracia deben hacerse con pruebas ¿eh, doña Esperanza? ¿dónde están las pruebas? ¿eh, eh?

Y la oposición, que está con el lío de Gurtel, obra maestra de Freddy, arrodillada en medio del cuadrilátero, sangrando por la nariz, con una ceja partida y un ojo amoratado, debe desdecirse. Porque en efecto, carece de pruebas. Ni la oposición, ni doña Esperanza han sorprendido a don Alfredo mirando por el ojo de la cerradura. Así que donde dije digo, digo diego. Y Alfred, aunque ya reseco por tantísima travesura ejecutada a lo largo de muchos trienios, se frota las manos, mira de soslayo con los párpados caídos y piensa “¡si serán pardillos estos tíos!”. Porque, en efecto, con el SITEL ese de marras les ha dado más que a una estera.