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jueves, 22 de septiembre de 2011

Una mano negra



El nacionalismo vasco independentista, como el catalán, ha tenido y tiene, una representación sobredimensionada en los órganos del poder legislativo nacional, porque los cerebros que diseñaron el sistema en 1977, no conocían el paño de los sujetos. Tampoco  sabían que entre nosotros aparecería con el tiempo unos "entreguistas" señalando, en un ejercicio de cinismo un poco cretino, a la delincuencia común como autores de los robos  de armas, explosivos ó matrículas  en los depósitos franceses.

Pero de hecho, las siete u ocho legislaturas transcurridas desde entonces,  han constituído un continuo tira y afloja a ver quién obtenía más competencias y dineros del "Estado opresor",   a cambio de unos apoyos parlamentarios, siempre de corto recorrido, si el Gobierno carecía de la mayoría necesaria.

Cuando el chico leonés llegó a la más alta magistratura del Estado después del Rey, sus paniaguados le hicieron creer que, en efecto, él era el estadista elegido por la Providencia, para resolver, de una vez por todas, la ya centenaria mania independentista.

Los catalanes separatistas no alcanzaron su meta plenamente, porque el chaval no supo calibrar la complejidad de sacar adelante  el estatuto que recababa para una nacioncilla mediterránea de poco pelo, es decir, para las cuatro provincias catalanas,  unos derechos medievales en la práctica, (independencia judicial, independencia recaudatoria, derechos sobre las aguas fluviales extraterritoriales y cosas así).

La maraña vasca ni la olió. El Partido Nacionalista Vasco, formado por santurrones de medio pelo, quienes simplemente por celos solicitan del Vaticano la betificación  de una docena de sacerdotes separatistas activos, fusilados por los nacionales durante la guerra civil,  ha estado en connivencia, más o menos estrecha, durante años y años,  con los terroristas de ETA, para quienes el ejercicio del asesinato es un derecho democrático, una vez declarada unilateralmente la guerra por los "gudaris" al ya citado "Estado opresor".

 Recientemente, hemos sabido el ejercicio de colaboración del PNV con la banda terrorista, que confió en una jerarquía del Partido (Gorka Aguirre) para obtener los dineros de su financiación, procedentes del chantaje de la banda efectuado contra comercientes, industriales y profesionales vascos. 

El asunto del aviso dado a la banda desde centrales gubernativas (ay, Alfredo, Alfredo) y policiales,  para que los elementos de aquella pusieran pies en polvorosa y se libraran de caer ¡en un cerco policial! tratado ayer por la Audiencia Nacional se resume en tres puntos que tienen cierto tufo evocados, a saber:

a) destrucción de pruebas (discos y cintas) ; b) imputaciones a personas,  que no se sostienen , como si asistiéramos a la emisión continua de humo, y c) ignorancia de un motivo racional que justifique la comisión del delito.

Es como si una mano negra tratara de ahogarnos para evitar la entrada de oxígeno en el cerebro  e impedirnos pensar en las chapuzas de toda esta gentecilla que nos quiere gobernar.  

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