Así eran los chicos de Valladolid
Cuando formé parte del Ejército, aún se conservaban las Ordenanzas redactadas en la época del rey Carlos III, durante la segunda mitad del siglo XVIII, estableciendo la prohibición de formar parte en sus filas "a gitanos, murcianos y otras gentes de mal vivir".
Aunque siempre he desconocido la vigencia real de tales Ordenanzas, de todos es conocida la primera modernización del Ejército con ocasión de la invasión napoleónica, cuando se suprimió, de golpe, la prueba de la "limpieza de sangre" para formar parte de su oficialidad, pues no estaba entonces el horno para bollos, ni para tiquismiqus aristocratizantes. Es de suponer que en tal ocasión murcianos y gitanos fueran acogidos con los brazos abiertos en el Ejército.
Sin embargo, la condición humana tiende a aflorar cuando lo permiten las circunstancias, como en mi época. Por ejemplo, en la Agrupación de Sanidad número 7, y al margen de los grados alcanzados por los oficiales, e incluidos en las Escalas, existía una segunda clasificación, soterrada, admitida por todos "in pectore", derivada del origen militar de las personas, formada por las variedades siguientes: a) de la Academia militar, es decir, de los médicos convertidos en militares profesionales; b) de la Academia de asimilación, abierta durante algunos (pocos) años después de la Guerra Civil, para médicos asimilados a militares profesionales; c) de la Escala de suboficiales, sanitarios procedente de la tropa; y d) de la Instrucción Premilitar Superior, médicos con una condición militar fugaz, como era mi caso.
Una quinta variedad de oficiales fué identificada y definida cierta mañana, por el Tnte Coronel Jefe de la Agrupación, en una reunión con sus oficiales, a la que tuve el honor de asistir. A esta variedad podrían pertenecer todos y cada uno de los oficiales descritos en los rubros anteriores, una cosa transversal, como ahora se verá .
El Sr. Tnte Coronel expuso la situación sin andarse por las ramas : a los chicos (los soldados) Intendencia les entrega un par de alpargatas blancas cada seis meses. La duración media de dicho calzado era desgraciadamente breve: no llegaba al mes. ¿Cual era entonces la misión del oficial? Tener la habilidad suficiente, el Sr. Tnte Coronel se refirió expresamente a "tener mano izquierda" "con vistas a conservar la uniformidad, señores, para que todos los chicos calzaran alpargatas blancas, y no como puede verse ahora, cruzando el patio del cuartel a todas horas y en todos los sentidos, en una orgía multicolor, unos con alpargatas negras, rojas otros, los menos, blancas ¡incluso he visto a un chico con zapatillas a cuadros!" Menos mal que el Sr. Tnte Coronel no citó a los soldados confederados de pies descalzos.
El Sr. Tnte Coronel no dijo que los oficiales rogáramos a los chicos, ni menos que les exigiéramos, la compra de alpargatas blancas, cosa impensable. Simplemente abogó por la uniformidad consustancial con cualquier Ejército, lo cual fué una muestra inequívoca de que el Sr. Tnte Coronel tenía "mano izquierda".