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lunes, 28 de noviembre de 2011

Hostilidades patrias



El clima social, lo que llamamos "ambiente", debe ser irrespirable para las fuerzas del orden destacadas en el Pais Vasco. Ayer veíamos en las páginas del diario ABC, por ejemplo, una gran fotografía  tomada hace tres años, de dos etarras bajando las escaleras de la Audiencia de San Sebastián,  protetegidas sus muñecas del daño que pudieran causarles los aros metálicos de las esposas, mediante unos manguitos de tela facilitados por la policía. Ambos iban con las caras descubiertas, saludando al público situado tras el fotógrafo, allí congregado para vitorearles. Los guardias que les custodiaban,  cubrían sus cabezas con capuchas y ocultaban sus rostros mediante gafas de sol o pañuelos, como los antiguos forajidos o malhechores de las películas. El mundo al revés.

Los etarras, ya condenados por ser autores de la voladura, dos años atrás, de la Terminal T-4 de Barajas (Madrid) y de las muertes de dos personas que accidentalmente se hallaban en el aparcamiento de la Terminal, habían asistido a la Audiencia  en esta ocasión, como acusadores de cuatro guardias civiles, a quienes denunciaron, como es habitual de los terroristas atrapados (lo que llaman la "kantada"), por malos tratos, insultos, amenazas y lesiones  producidas en el momento de su detención. 

El juicio contra los guardias, presidido por un magistrado que tan solo admitía el relato de los testimonios lesivos para los agentes, terminó con la condena de éstos a una pena de prisión de dos a cuatro años y medio. 

Hasta la revisión de tal juicio por el Tribunal Supremo los reos-agentes debieron esperar tres años, y han sido finalmente exonerados de toda culpa, aunque de la amargura, frustración y hostilidades del entorno "abertzale", padecidas no les ha librado nadie.

La lectura del ABC, me hizo recordar cuando hace unos años, caminábamos Josefina y yo por las calles de Bilbao, tratando de hallar el lugar donde antaño estaba edificado mi antiguo colegia "Santiago Apóstol" en el que preparé el exámen de ingreso al Bachillerato. Ningún viandante supo aclararnos nada. Entonces Josefina se atrevió a preguntar a un guardia civil, de facción en un edificio público cercano a la Plaza Circular, con la metralleta colgada del hombro derecho, y el arma sostenida en posición de "prevengan". Pese a todo, el guardia habló con nosotros, al parecer encantado de tener conversación con unos paisanos, aquella mañana. Por supuesto, no sabía nada del Colegio, pero el hombre charlaba y charlaba, hasta que tomé la iniciativa de despedirnos. Mi impresión es que hubiera seguido hablando, e incluso presentarse si le hubiéramos dado ocasión, hasta el cambio de guardia. Lo noté en su expresión cuando nos dijo adiós.  

1 comentario:

  1. Hola papá: ¿deduzco entonces que no localizasteis el colegio?
    La verdad es que como he leido en algún sitio, en algunos pueblos de esta zona de España hay un sólo bando, los que están con ETA y los otros que tratan de sobrevivir.

    Muchos besos y muchas gracias por el blogy todo,

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