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sábado, 26 de noviembre de 2011

Estrategias


Brian Currin, 3º por la izquierda, el mediador

Por mucho que los etarras utilicen para autodefinirse los recursos literarios del género épico, la historia de ETA es miserable, pues digan lo que digan, el núcleo de sus actividades durante los últimos cuarenta años han sido el asesinato y la extorsión. Todo lo demás, incluídas las ocurrencias pseudo-religiosas del ex-obispo Setién y de sus clérigos, son fantasías sin la menor verosimilitud, como lo saben en su fuero interno todos los que alcancen un mínimo cociente intelectual.

Cuando los de Amaiur se presenten en las Cortes como "Sus Señorías", alguno llevará una corbata de reciente adquisición, otros habrán prescindido de sus cutres pendientes y otros  habrán dejado las camisetas con eslóganes nacionalistas en la pensión, todo ello con el propósito de adoptar  un semeje de respetabilidad, pero todos serán conscientes de que ocupan un sillón en el hemiciclo gracias a la carnicería realizada por sus correligionarios.

Ahora, con propósitos propagandísticos y para administrar buena conciencia a sus masas, han recurrido a un zascandil sudafricano, organizador del "Grupo Internacional de Contacto" (GIC) integrado por cinco o seis desconocidos y una desconocida, que hace un par de semanas dió cuenta de un comunicado semejante al leído por los pintas encapuchados  con chapela de la TV, declarando el cese definitivo de la "violencia". Una vez concluída la lectura, recogieron los papeles y se marcharon del Palacio de Ayete de San Sebastián donde se habían reunido en torno a una mesa con otros figurantes de Amaiur  destinados también a hacer bulto.

Y por si queda algún memo por engañar, fingen abordar, en un futuro próximo, un "proceso de reconciliación", como si los ciudadanos vascos huídos del País vasco por las amenazas de ETA y las víctimas de la banda, mutilados, lisiados, y familiares de los asesinados, fueran los católicos del Ulster, gente recia, de armas tomar, y ellos, los protestantes unionistas también acostumbrados a zurrar al prójimo. 

Finalmente para cubrir gastos pasan la gorra y piden a todos los euskalerríacos 10 euros por barba.

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