Don José no progresa

Ciertas películas, generalmente norteamericanas, que describen la minuciosa preparación del robo de algún banco, de un furgón repleto de oro, de algún tren correo, como el de Glasgow, despiertan a veces, en el espectador, una morbosa corriente de simpatía por los malhechores y, en cualquier caso, el deseo de que la aventura acabe "bien".

No es este el caso de los intérpretes de la parodia española "Atraco a las tres", film de los años cincuenta, porque los ladrones son aficionados y pretendían cumplir determinados ritos internacionales sobre robos, que no venían a cuento en el contexto nacional de la época.

Se trataba de los empleados de una sucursal bancaria de Madrid, convertidos transitoriamente en banda atracadora de la propia sucursal donde ganan el sustento diario, y eran  instruídos  sobre el papel de cada uno en la operación, por su "cerebro", quien incluso pronunciaba la frase de rigor "muchachos, sincronicen sus relojes". Y aquí acababan las similitudes . Por ejemplo, el coche utilizado para la ocasión, en lugar de arrancar con brillantez, lo hacía con dificultad, su motor asmático gemía  y sus ballestas vencidas, sollozaban, estropeando definitivamente el "timing" del asunto . Todo les salió mal porque eran unos auténticos chapuzas. 

Algo semejante ha ocurrido con el Ministro de Fomento, Don Pepiño Blanco, al que el Estado confía treinta mil millones de Euros, de presupuesto anual.

Una Juez de Lugo, instructora de cierto asunto criminal, ha remitido, hoy 3 de Noviembre, al Tribunal Supremo, una parte de su instrucción que implica a don Pepiño, sobre el  que se cierne una acusación de cobro de comisiones ilegales. Al parecer don José desconocía la existencia de paraísos fiscales y de los pases mágicos de cuentas bancarias, transladadas de aquí para allá, sin dejar huella en parte alguna. Está visto, ni los progresistas progresan.