A mediados del siglo pasado vivía en Valladolid un periodista, escritor y poeta, don Francisco Martín Abril, autor de dos ó tres columnas semanales, muy leídas por los vallisoletanos, en el periódico, para entonces ya centenario, "El Norte de Castilla".
Una de las especialidades de don Francisco era el cambio de Estaciones. No pasaba el inicio de ninguna primavera sin el canto gozoso del escritor a la renacida Naturaleza, ni verano que no evocara los trigales de Castilla suavemente mecidos por la brisa, ni los otoños melancólicos con los árboles desprendiéndose, poco a poco, de sus hojas caducas, ó los crudos inviernos de la meseta castellana, con sus cierzos de tan malas intenciones, tantas veces demostradas.
Don Francisco glosaba también indefectiblemente cualquier fenómeno metereológico fuera de lo normal por su intensidad, que se abatiera sobre la ciudad , así que nunca dejaba escapar las lluvias torrenciales, los vientos huracanados, las copiosas nevadas, ó las pertinaces sequías del momento. La clientela lectora de don Francisco estaba encantada por la inmediatez de sus descripciones y la facilidad que les daba para adherirse a sus visiones poéticas y entenderlas. Don Francisco "comunicaba" a la perfección con sus admiradores. Eran aquellos tiempos felices, la guerra civil quedaba ya muy lejos, sus heridas iban restañándose. Además, y sobre todo, éramos jóvenes.
Hoy, las esperanzas de unos tiempos mejores, se notan en el ambiente. Así que, de alguna manera, somos jóvenes otra vez.
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