La denominación de "imbecilato" para identificar los siete años y medio del gobierno de Rodriguez Zapatero, no debe inducir a error a mis inteligentes lectores, pues durante los años del "felipato" (1981-1996) la estulticia estuvo también presente, aunque enmascarada hasta cierto punto, por las figuras de los dos "pillastres", así denominados los listillos Felipe González y Alfonso Guerra por el abogado Pablo Castellanos, expulsado del Psoe a las primeras de cambio, como otros muchos, por su honradez.
En el curso de aquellos años noventa, tuve ocasión de presenciar "en vivo y en directo" una exhibición de tontería sin paliativos, muy demostrativa, por parte de un representante gubernamental, cuando asistí a una "Jornada sobre intoxicaciones alimentarias" celebrada en el Centro Cultural Conde-Duque de Madrid. La intervención del citado representante del Progreso, dejó a la numerosa concurrencia estupefacta, metafóricamente de piedra. Y ahora, explico por qué.
Uno de los ponentes comentaba un hecho reciente: la intoxicación de cinco ó seis personas originada, sin ninguna duda, por la bebida de agua embotellada, de una marca determinada, comprada en la misma tienda de ultramarinos. Los servicios sanitarios que trataron los casos procedieron a la inmediata incautación de todas las botellas de agua existentes en la tienda.
Al oir tal cosa, el delegado del Gobierno que ocupaba un lugar en la presidencia del acto, se puso en pie de un salto, roja la cara y tensas las cuerdas del cuello, dirigiéndose al ponente, clamó por los derechos inalienables del tendero, afeando la prepotencia de los servicios sanitarios por omitir los protocolos de actuación dispuestos para estos casos. Fué contestado con mucha calma y cierta sorna, por otro de los integrantes de la presidencia, que todo era cuestión de "priorizar las opciones" ó si se quiere "optimizar las prioridades", al objeto de evitar la extensión de un posible brote epidémico, pues siempre hay tiempo poner en marcha la acción del sistema judicial que justifique las precauciones elementales adoptadas. El gubernamental se refugió en un hosco y enfurruñado silencio, haciéndose el interesante hasta finalizar el acto.
Recordé esta anécdota al leer hace un par de días, que el Sr. Blanco, Ministro de Fomento y Portavoz del Gobierno había dicho que no importan las "circunstancias económicas" por las que atraviesa el País, de manera que deben cumplirse los preceptos establecidos por la Ley electoral, los cuales establecen el traspaso de poderes al Partido ganador en la elecciones, en el plazo de un mes. A don José le falto decir que protegidos por la Ley van a dejar la herencia más envenenada posible, para que la lidie el partido de la oposición. Serán simples.
Muchos besos y espero que la transferencia de poderes vaya bien. Beatriz
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