Ayer, 6 de Diciembre, celebramos el día de la Constitución de 1978, en casi toda España. El Salón de los Pasos Perdidos de las Cortes Españoles se hallaba repleto de Diputados y Senadores de la nueva y de la anterior legislaturas, así como algunos de las anteriores, de tal manera que la reunión semejaba, por lo nutrido un andén de cualquier estación del metro en hora punta.
Vimos allí al señor Peces Barba colaborador necesario en la introducción de ETA en el Congreso, del que fué antiguo Presidente, un tanto fofo ya; anotamos la presencia del antiguo Comisario de Orden Público en el Madrid "de Corte a checa", sr Carrillo, capaz aún de mantenerse en pié, si bien un tanto amojamado a los 96 años cumplidos, identificamos a la Carme Chacón portadora de un vestido rojo de lamé sin mangas, de longitud desconocida dado el número de asistentes, quien se hizo notar tras un micrófono, sin mirar hacia el lado donde se hallaba el sr. Rubalcaba, mohíno por abandonar necesariamente en fecha próxima, el sistema de escuchas telefónicas; asimismo notamos la presencia de la sra Jiménez, de negro, cuya desenvoltura y sacudidas de melena habituales quedaron dificultadas por la falta de espacio, si bien no perdió su sonrisa profidén; por un momento atisbamos al sr Cayo Lara sin corbata, diputado de Izquierda Unida (comunista) y rojo de pata negra que lanzó su exabrupto del día, leído ante los micrófonos y ausentándose a continuación para lograr adeptos entre los perroflautas que sobrenadan estos días en las calles de Madrid; finalmente, entre los centeneres de personas que abarrotaban el Salon, pudimos observar el perfil inconfundible del sr Pepiño blanco que vagaba de un lado a otro con dificultad sin encontrar ningún interlocutor ni válido ni inválido, y no citamos más personalidades por no hacer interminable la relación.
Todos pudieron apreciar que faltaban los hombres más conspicuos de Cataluña y del Pais Vasco, siempre muy suyos, cuyas reivindicaciones, digan lo que digan, resultan cansinas y agobiantes pues son ya dos generacionas de políticos pedigüeños siempre con la mano tendida.
El Presidente del Congreso, sr Bono, llegado su momento pidió silencio a la asistencia y leyó un azucarado discurso en alabanza y loa de su Jefe de Partido, el sr Zapatero, para quien auguró muchas páginas de la Historia "de este país" cantando sus excelencias y virtudes inmarcesibles, etc.
Una vez concluída la ceremonia, esperaba al cuasi ex- Presidente Zapatero, a quince o veinte metros de la salida, una multitud de asociaciones y agrupaciones agraviadas durante estos años, cuyos componentes silbaron, increparon y abuchearon al leonés todo lo que pudieron, disconformes con la edulcorada apreciación efectuada por el melifluo manchego Bono, quien, por cierto, se dispone, dadas sus virtudes tan , conocidas por todos, a solicitar del nuevo gobierno, la plaza de embajador ante el Vaticano
Gracias papá por esta crónica tan divertida y exacta (vi una s imagenes en la tele). Muchos besos. Beatriz
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