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domingo, 11 de diciembre de 2011

Contrastes artísticos


Cuando en una conversación sale a relucir el Museo del Prado, todos, ó casi todos, se  acuerdan de las espléndidas colecciones de Velázquez y de Goya, que conserva la hemeroteca  española, una de las tres o cuatro mejores del Mundo, dicho sea con toda modestia.

Pocos serán los que paren mientes en el espléndido edificio neoclásico del Museo, proyectado por el arquitecto Villanueva en el siglo XVIII, y en el entorno, inluído el Museo que conserva la Colección Thyssen, poblado con soberbios ejemplares de cedros, acacias y plátanos centenarios, a uno de los cuales se encadenó, cuidando mucho la estética, la Baronesa Thyssen administradora de la citada Colección, para evitar su derribo, exigido por los proyectos urbanísticos y arboricidas del insaciable y megalónamo burgermeister madrileño.

Por el contrario, cuado se trata del Museo Guggenheim de Bilbao, su recuerdo va asociado siempre y sin remedio, a la evocación de un amasijo disforme de chartarra, que de lejos, puede recordar a un caballero medieval  derribado en Azincourt o en un lugar semejante. De las colecciones conservadas en el interior del Museo nadie dice nada. Al salir  de nuestra única y última visita al Museo, Josefina y yo no pudimos evitar nuestra perplejidad , allí vimos unos cantos rodados en el suelo de una sala, dispuestos en círculo; un caimán disecado sujeto a una pared, camisetas juveniles adheridas en otra, planchas metálicas de tres metros de altura puestas en paralelo para permitir al visitante discurrir libremente entre ellas, unas cuantas sillas valencianas pegadas unas a otras, así como un grupo de bombonas de butano. A una adusta vigilante veinteañera, le pregunté si nadie había hecho alguna observación sobre la extraordinaria  exhibición dispuesta por la dirección del Museo. Me contestó acentuando su adustez que ella no estaba allí para hacer valoraciones artísticas.

1 comentario:

  1. Gracias papá. Todavia no he visitado este museo del Pais Vasco pero es cierto que oigo que se alaba más el continente que el contenido. Muchos besos

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