En el capítulo de las actividades del inquieto género humano sobre la capacidad de algunos para hacerse, a base de efectos especiales, un lugar en las páginas de la Historia, destaca la truculenta conquista del poder por Castro, en Cuba, y su forma de tomar el pelo a todo el mundo, con sus procesiones, sus medallas religiosas, sus santos llevados en andas para hacerse grato a los guajiros y sus palomas blancas revoloteando en torno al líder conquistador, para asombro de los habaneros y arrobo de las habaneras.
Todos estos detalles irán siempre unidos al recuerdo de la construcción en Cuba, de rampas de lanzamiento de cohetes con cabezas atómicas, con un Castro dispuesto a acabar en un grandioso holocausto nuclear, tanto con la Revolución cubana, como con el resto del Mundo universo, mientras exultante se fumaba un cohiba.
Dado este historial de Fidel, resulta sospechoso el asunto de la muerte accidental del disidente cubano Oswaldo Payá y de un acompañante, en una carretera de la Perla del Caribe, con todos los visos de ser un montaje llevado a cabo por los meritorios de Fidel y de su hermano.
La conducta de las autoridades cubanas que llevan el caso, no es coherente. Si quieren "atizar" a J.M. Aznar y a Esperanza Aguirre, amenazándoles con encarcelar durante dos décadas al joven Alcarromero, de su Partido, el conductor del coche accidentado, ¿por qué retiene el Ministerio Cubano del Interior al ciudadano sueco Jens Aron, somnoliento acompañante del anterior?
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