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jueves, 19 de julio de 2012

De momento, el oxígeno atmosférico es gratis

Cristobal Montoro, Ministro de Hacienda, co-autor de la política económica del Gobierno

He recordado alguna otra vez, y hoy necesito traerlo a colación, el episodio tan expresivo, dibujado a pluma por Ricardo Marín, que protagoniza un alguacilillo de la Plaza de Toros de Madrid, allá por el año 1750, corriendo a través del patio de caballos, mientras se sujeta con una mano el tricornio, embutio en precario sobre la peluca, y grita a un correo quien, con el pie izquierdo metido ya en el estribo, se dispone a saltar sobre su noble bruto: "¡diga al Corregidor que nos envíe la guardia valona, la Plaza está que arde!"

El nerviosismo del alguacilillo captado con tanta gracia por Marín, es el mismo que consiguen crear estos días en los lectores , los redactores de los periódicos de papel y digitales nacionales cuyas primeras páginas  gritan al unísono "¡el ambiente está que arde!".

En el Congreso de los Diputados de la Carrera de San Jerónimo de Madrid, el Gobierno respaldado por una mayoría absoluta, produce leyes  a velocidad constante, aprobadas acto seguido, estableciendo subidas de todos los artículos y servicios posibles y recortes de todos los sueldos y prestaciones imaginables, para merecer la aprobación de los severos organismos bruxelenses que desconfían de estos políticos meridionales y no les quitan el ojo de encima porque han demostrado ser en el pasado unos réprobos de tomo y lomo, y para los eurócratas todos los políticos periféricos, de cualquier tendencia, son iguales: aficionados a la danza, al jolgorio, y poco de fiar.

El caso es que según los periódicos también arden las calles de las ciudades con los funcionarios amotinados, menos en Mieres, capital de una de las cuencas mineras asturianas. Los componentes del retén de guardia del cuartelillo de bomberos de esta villa, se han hecho una foto, que a estas horas habrá dado ya la vuelta al mundo, de espaldas, tocados con su casco reglamentario, calzando su botas reglamentarias y prescindiendo de todo lo demás, sea o no reglamentario. Sobre sus cabezas se muestra un cartel con la versión literaria correspondiente a la gráfica que ellos representan: " De esta guisa nos deja el Gobierno"   

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