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jueves, 28 de junio de 2012

Toques históricos

Jackie Kennedy con cordobés y de corto

Franco pronunció en vida una media de cinco o seis discursos anuales juzgados indefectiblemente por sus exégetas, como transcendentales. "Transcendental discurso del Caudillo" decían los periódicos al día siguiente de ser pronunciado cada  uno de ellos, recogido espeso, con muy pocos puntos y aparte, en primera página. En aquel entonces a ningún periodista, eran de otra pasta que los actuales, se le ocurrió hacer una encuesta para conocer el número de lectores reales de aquellos sólidos textos, así que la difusión de la transcendencia de los discursos de Franco entre los lectores de la época, seguirá siendo un secreto de la Historia por siempre jamás

Dijeran lo que dijeran sus enemigos, Franco se sintió siempre vencedor de la Unión Soviética En primer lugar en los campos donde se libró la guerra civil y más adelante alineado con EE.UU., formando parte del anillo exterior defensivo del "mundo libre", frente a los soviéticos, y allá en la intimidad del Palacio del Pardo, se reiría a su manera de todos sus enemigos, los declarados o no, incapaces de crearle dificultades insuperables.

Cuando en el horizonte político de Occidente, surgió la figura sonriente y falsamente juvenil de John F. Kennedy, pues tenía tantos o  más alifafes que un viejo, los exégetas del Caudillo vieron en el nuevo Presidente, pese a ser demócrata, otro amigo del Régimen, al igual que el Presidente Eisenhower, pues no en vano profesaba la fe católica, como buen descendiente de irlandeses. Pero los exégetas se equivocaron en esta ocasión  por completo.

Franco no hizo ningún movimiento, al menos conocido por la opinión pública, que pudiera interpretarse como un acercamiento a la Casa Blanca, ni mucho menos puso un cerco de amor, al igual que han hecho otros, dando suspiros con la intención de ser oídos en la otra orilla del Atlántico. Kennedy ignoró olímpicamente al Caudillo, aunque permitiera a Mrs. Kennedy lucir palmito en la Feria de Sevilla, por cierto con mucho estilo.

Ante el silencio administrativo de Washington, Franco debió parpadear dos o tres veces y siguió impertérrito con sus rutinas, las monterías en tierras manchegas, el golf, la inauguración de pantanos y sus transcendentales discursos.

El joven Presidente norteamericano se metió en un sinnúmero de problemas, en tanto se creaba enemigos dentro de su País, mucho más expeditivos que los de Franco, calificables en realidad de opositores de secano. Las vidas de ambos Jefes de Estado, no fueron paralelas, desde luego. 

1 comentario:

  1. si, los periodistas de hoy en día no tienen que saber más que dar con el titular que vende. Eso es lo que vale, lo que pongas en el artículo es anecdótico. Y creo que en España siguen leyendo los de siempre....poquitos, muy poquitos.
    Besos!!!!!!!!!

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