Plaza Mayor de Valladolid
Doce soldados que simulaban pertenecer a cuatro antiguos regimientos de la Corona, vestidos y armados a la usanza de los años finales del siglo XVIII y primeros del XIX, han evolucionado un poco por la Plaza tras la bandera blanca con la Cruz de San Andrés, despertando nuestros recuerdos, de Josefina y míos, cuando asistimos precisamente en un teatro de Valladolid, a una representación de la zarzuela "La canción del olvido", con los soldados de aspecto muy semejante a los de esta mañana, entonando con marcialidad la canción "Soldado de Nápoles, que vas a la guerra...". Desaparecían entre los bastidores de la derecha y reaparecían por los de la izquierda, una y otra vez. Los espectadores notaron enseguida el truco de las vueltas, porque tenían como referencia un soldado notoriamente bajito, con su fusil y su bayoneta calada, comparativamente interminable. Esta mañana miraba la pantalla de la TV y me preguntaba de quién habría sido la ocurrencia de sacar a relucir a los soldados napolitanos en semejante ocasión.
Dada la susceptibilidad popular reinante sobre la situación ruinosa de las arcas del Estado, las terminales noticiosas del Ministerio del ramo se han apresurado a dar cuenta de los gastos originados en esta conmemoración, cifrados como 85% inferiores a los del año pasado en ocasión semejante, que tampoco fue gran cosa, o como para echar cohetes según la expresión local, donde son muy aficionados a las fiestas con pólvora.
Vistos, por ejemplo, los acongojantes desfiles, para nosotros los occidentales, de las unidades chinas marchando por la Plaza Tiananmen de Pekin, tal como los facilita Internet, aconsejaría a las autoridades responsables del espectáculo vallisoletano de esta mañana, no repetir la experiencia ahorrándose el 15% gastado para mejor ocasión sin deprimir más al personal, que bastantes esfuerzos hace, en la tesitura actual, para disimular.
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