Felipe V, el Rey que perdió Gibraltar
El Ministro de Asuntos Exteriores don Juan Manuel García Margallo, nombrado por el nuevo Gobierno para sustituir a la desgracia nacional andante personificada en el Ministro Moratinos odiado con toda seguridad en ambas orillas riojanas del Ebro(1) se ganó, no hace mucho tiempo, las simpatías de los televidentes españoles, cuando le oyeron decir "¡Gibraltar español!" como saludo joco-serio a un parlamentario británico conocido, que pasaba a su lado, en una de las sesiones de la Asamblea de la UE en Bruselas.
Para entonces, los ingleses habían iniciado ya en la bahía de Gibraltar, con astucia y pérfido cálculo, la serie de incidentes protagonizados por sus patrulleras interceptando a las de la Guardia Civil del Mar, cuando éstas perseguían a los contrabandistas y traficantes de drogas gibraltareños o marroquíes, en las inexistentes aguas territoriales del Peñón, declaradas unilateralmente británicas.
Más adelante, los malos de esta película, interpretados por los ingleses aunque parezca mentira, dieron comienzo a los enfrentamientos con los pobres pescadores de Algeciras, cuyos seculares caladeros se hallan en las famosas "aguas british".
Y en este momento preciso, el nuevo Ministro de AA.EE. se sintió intrépido y decidió tomar cartas en el asunto. Su propósito era decir cuatro cosas bien dichas a su homólogo británico, a propósito de la actitud jaque, pendenciera y prepotente de la Marina inglesa la cual, por cierto, la tenemos "atravesada", todo hay que decirlo, desde el episodio aquel de la "Armada Invencible".
Al volver de Londres el Sr García Margallo, y hacer sus primeras decepcionantes declaraciones ("que el asunto debía resolverse entre los pescadores y las autoridades civiles del Peñón") todo el mundo pudo imaginar la conversación mantenida en el palacio de St James por ambos diplomáticos, en la que casi con toda seguridad habrían salido a relucir los complejos intereses de ambas potencias, la ausencia de una calendario previsto de antemano para abordar tan complicado contencioso y ¡hombre! para hablar del destino de unas docenas de sardinas, no deberías haberte molestado en venir, "¿una copa de sherry? ¿biscuits?"
Así que, en definitiva, las patrulleras de la Navy seguirán expulsando de "sus aguas territoriales" a los pescadores andaluces porque, según sabe don Juan Manuel a estas horas, los intereses de las potencias de segundo orden siempre prevalecen sobre los de las potencias de tercero o cuarto, como el tiempos de S M el Rey Felipe V el perdedor de Gibraltar.
(1) Recién nombrado Ministro, a Moratinos se le ocurrió decir que prefería el vino de Burdeos al de la Rioja.
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