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miércoles, 22 de febrero de 2012

Fingimientos

Estación del Norte. Valladolid

Durante la Regencia de María Cristina de Austria, en el  curso de los años postreros del siglo XIX, se decía que cierto político liberal visitaba con frecuencia a sus paisanos para reverdecer los laureles electorales de diputado en Madrid, ganado con los votos de aquellos mismos paisanos.

Cerca de la estación de destino, creo que era la de Valladolid, el ladino político pasaba del vagón de primera clase donde viajaba habitualmente, a uno de tercera, revistiéndose así de un halo de parquedad de costumbres muy grata a sus enfervorizados partidarios que le esperaban en el andén y, por supuesto, muy acorde con su mensaje político. Descender del vagón de tercera tras una buena mujer  que asía con fuerza dos gallinas cabeza  abajo atadas por las patas, y seguido por un labrador vestido de pana, con abarcas, llevando una manta a cuadros colgada del hombro, tenía que ser impactante para sus embelesados partidarios.   

No sé si es cierta esta anécdota, pero el modelo de comportamiento protagonizado por el político del cuento es imitado con éxito en nuestros días por sindicalistas y políticos socialistas, que cuentan también con masas enfervorizadas sin tener en cuenta, por supuesto, los liberados  y otras gentes subvencionadas  de toda la vida. Son millonarios pero no se les nota, porque la imagen habitual que de los millonarios tienen las masas incluye leontinas y cosas así. En ocasiones, se producen ciertos fallos de imagen. Por ejemplo, a Méndez el sindicalista socialista, los reporteros fotógrafos le han detectado ya once relojes de muñeca de alta gama y se han  publicado fotografías de la muñeca de Méndez con distintos relojes, valorados por los cotillas de siempre  en 10.000 euros cada uno, apenas ocultos por los puños de las  camisas a cuadros, a las que el sindicalista es  tan  aficionado por creer supongo, totalmente ajenas al gusto de los plutócratas y demás explotadores del proletariado.

Los cinco ó seis líderes sindicales y políticos que el pasado domingo encabezaban en Madrid, por el paseo de la Castellana, una manifestación, preludio de otras muchas con las que pretenden "calentar la calle" en todas las ciudades españolas,  hacer incómoda, y lo más breve posible, la vida del nuevo gobierno, pasan   metafóricamente del vagón de primera de su tren de vida, al de tercera de las manifestaciones, todos los días, en un trasiego incansable ante los pardillos de sus seguidores. Serán caraduras. 

1 comentario:

  1. Gracias papá. Como se suele decir: "se les ve el plumero" (el reloj en este caso).
    Muchos besos,
    Beatriz

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