Old England

Anoche, Josefina y yo vimos en TV la película inglesa "Elisabeth", muy bien dirigida, interpretada y ambientada, en la que se repasan los acontecimientos e intrigas sufridos por la Reina Isabel I de Inglaterra durante los primeros años de su reinado. El film nos muestra las reacciones de la hija de Enrique VIII y Ana Bolena, el apoyo de sus fieles y el castigo sufrido por los ambiciosos desleales, amigos de los papistas y de los españoles, en la Torre de Londres, a manos de los verdugos, portadores de unas hachas tremendas, desproporcionadas, que las actuales autoridades museísticas británicas se complacen en mostrar hoy a los estremecidos turistas, visitantes de la Torre. 

El guión de la película en cuestión, parece seguir la pauta marcada por lo políticamente correcto, es decir, por aquello que los ciudadanos corrientes debemos conocer de la Historia. Se hacen pequeñas concesiones aquí y allá en cuanto a las costumbres de la Reina, pero lo fundamental pertenece a la corrección, salvo quizás, la responsabilidad sobre la muerte de María Estuardo, Reina de Escocia  de la que los guionistas exoneran a Isabel, aunque ningún escocés admita hoy día la inocencia de la inglesa.

Cuando las azafatas de la Reina preparaban la crema blanca  para cubrir la piel de la cara real, supuse llegado el momento de la película  que nos permitiría asistir también a los primeros choques entre los marinos ingleses y los españoles, motivo de  fingidos escándalos de la Reina exhibidos frente a Francis Drake y John Hawkins, a los que les premiaba  y agasajara de tapadillo, para regocijo de sus súbditos.

De hecho fué Drake quien echó las bases teóricas para hacer políticamente correcta la piratería, al afirmar "el derecho de los marinos ingleses a la libertad de los mares". Faltaría más. 

En mi opinión, a este derecho tan donosamente autoatribuído y a la existencia de unos consejeros de Isabel, mucho más inteligentes que los del Rey de España Felipe II, si los tenía, se ha debido el mantenimiento de Nuestra Leyenda Negra, aun vigente  en los mentideros académicos europeos. Y aún no había ocurrido el desastre de la Armada  llamada Invencible por uno de tantos listos que abundan entre nosotros. Menos mal que la película acabó antes.