Abbott y Costello fueron dos actores cinematográficos humorísticos de mucho éxito entre un público poco exigente, allá por los años 40 y 50. Su comicidad giraba en torno a las muecas y tartamudeos de Costello, enmudecido por el terror, tratando de advertir a su compañero sobre un peligro inminente, en forma de monstruo empuñando un hacha que estaba tras él, con intenciones manifiestas, mientras el futuro decapitado se abstraía admirando el paisaje ó leyendo un periódico.
Otro de los "gags" de Costelo consistía en salvar obstáculos, en pos de la chica de la película o de Abbott, necesitados de un rescate urgente. Ante una sólida puerta cerrada, por ejemplo, y tras unos intentos baldíos de abrirla, el gordito Costello se apartaba algunos pasos para tomar impulso y derribarla utilizando el hombro como ariete. Mientras el héroe tomaba estas medidas, una mano misteriosa, con propósitos desconocidos, dejaba entreabierta la entrada, de manera que Costello atravesaba el umbral en tromba, introduciéndose en la habitación y hundiendo la cabeza en un caldero repleto de "spaghetti". Los espectadores del cine se retorcían de risa en sus butacas y secaban sus lágrimas con las mangas de sus chaquetas, para poder seguir la acción de la película.
Salvando las naturales distancias entre las puertas de los filmes de la pareja cómica y las aperturas políticas urdidas por Zp y sus consejeros de hojalata en favor de los independentistas vascos, aquellas aperturas explican la pinta feliz de los individuos e individuas de Bildu, en los sillones de las instituciones vascas, una vez removidos toda suerte de obstáculos por la mano alevosa del chaval de León, ayudado por los fiscales y los jueces de la peor catadura moral existentes en el universo mundo, sólo comparable a la de Fú-Manchú y sus secuaces.
¿Se atreverá el Ungido Incompetente a empujar las puertas del Congreso y del Senado en favor de la tropa abertzale el próximo 20-N o cejará en su malvado intento, ante el avance de los buenos?
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