El diario "El País" de Madrid, publicaba ayer un artículo firmado por G. Casino de Barcelona, con el título "La Ciencia Española no despunta". El autor, basado en aportaciones de la U. de Granada, se limita a comentar, con cierta dosis de melancolía, la situación de la producción científica española publicada entre los años 1996 y 2010.
Pese a la citada melancolía, considerado el aspecto cuantitativo del asunto, España no sale tan malparada, pues figura en el noveno lugar entre los primeros veinte países productores, superando incluso a otros mucho más poblados, como India ó Rusia.
Lo malo viene después, al tratar los aspectos cualitativos de los trabajos es decir, el "caso" que las demás literaturas científicas hacen de la española, teniendo en cuenta las citas bibliográficas obtenidas por cada uno de los artículos españoles, desde el resto del mundo. El lugar ocupado por nuestro País en esta segunda clasificación cae en picado, hasta el lugar décimo noveno. No obstante, la cosa no está tan perdida como sugiere el triste autor, porque utilizando el latiguillo tan del gusto de los nuestros queridos políticos, a otros países de nuestro entorno les ocurre lo mismo : Italia, pasa del octavo puesto como país productor, al décimo octavo como país citado; Francia desciende del puesto sexto al décimo sexto, y Alemania de ser el quinto productor mundial al décimo cuarto de los países citados.
La mejor literatura científica pertenece según los datos manejados por el Sr. Casino, a Bélgica, Suecia y Suiza, que se hallan a la cabeza de la segunda clasificación, junto a países que nunca podrán figurar en la primera por su comparativamente escasa población, como Dinamarca, Suecia, y Finlandia, La excepción al lado de estos pequeños países son los EE.UU., al que vemos figurando siempre en los primeros lugares de todas las clasificaciones habidas y por haber.
Se ha dicho muchas veces que las cosas complejas, y esta de la producción científica lo es en grado sumo, requieren explicaciones también muy complejas, y la tradición científica , de la que nosotros carecemos, pese a contar con Universidades fundadas en los siglos XIII y XIV, juega un papel extraordinariamente importante en el asunto, aunque no sea cuantificable y por tanto, considerada a través del tratamiento numérico del tema expuesto por"El País".
Una observación final. Viajando por carretera, hace más de veinte años, hacia Granada , pude leer un letrero en una tapia, cercana a Alcázar de San Juan, que rezaba: "Exigimos una Universidad en Alcázar". Es de suponer que las ansias académicas de los alcazareños fueran colmadas por los políticos de turno y su Universidad constituya hoy un hecho. Ahora bien, no deben quejarse si los trabajos científicos manchegos no son citados en las revistas de Boston, Massachusetts ó de London, United Kingdom, porque en este caso la tradición cuenta.
¡Qué descorazonador!
ResponderEliminar¿Por qué? ¿No somos buenos, o es que no se lee español?
Hola a todos:
ResponderEliminarGracias papá por tu artículo. Había leido el de "El Pais" y me alegro que no se hayan maquillado los datos en esta ocasión. Desde que empecé la tesis doctoral en el laboratorio de Gabriela me dí cuenta de que para mucho grupos lo importante es publicar (publish or perish) aunque sean hallazgos muy repetitivos y que no son un avance científico. En muchos tribunales de becas se tienen en cuenta sólo el número de publicaciones en rangos muy amplios de factor de impacto y sin que se valore si eres el primer autor o uno escondido en medio de la lista de autores. En EEUU la investigación es mucho más arriesgada y por lo tanto el beneficio si sale bien es mayor.
Isabel, en general se publica en inglés. Para que los trabajos españoles sean bien considerados en el mundo científico (algunos lo son sin duda, Ramón y Cajal sigue siendo una referencia, Barbacid y Fuster, están también entre los buenos) son necesarios muchos años de trabajo continuado, ideas brillantes e inovadoras y arriesgadas que hagan que la ciencia avance. Hace falta tiempo y con empeño, se conseguirá.
No me enrollo más. Ya hablaremos.
Muchos besos y hasta pronto,
Beatriz