Durante el siglo XVI, en tiempos de la Reina Mary, nieta de los Reyes Católicos, comenzó el deslizamiento subrepticio de nobles ingleses segundones sin fortuna, por las trochas de Irlanda. Aquí, construyo un castillo, aquí un palacio estilo Tudor, allá hago trabajar para mi provecho a los naturales del País en estas tierras que confisco, y ahora organizo una cacería del zorro para mi entretenimiento y solaz, etc. La cosa siguió de la misma manera con la hermanastra de Mary, la Reina Elisabeth I, la de la cara embadurnada con pasta blanca.
En el siglo XVII, más deslizamientos a hurtadillas de protestantes, escoceses e ingleses, dieron lugar a la ocupación del Ulster, Irlanda del Norte, una vez que los irlandeses (católicos desde el siglo IV, convertidos por San Patricio) fueron, en su mayoría echados a patadas de sus casas y expedidos a Irlanda del Sur. En esta época Cromwell, se hizo famoso en Irlanda al hacer lo que tan bien sabía hacer, es decir, sentar la mano a los papistas del lugar.
Transcurrido el siglo XVIII por supuesto, magníficamente bien para los ingleses, Irlanda fué incorporada al Reino Unido, sin más trámites. A comienzos del siglo XIX, el siglo de la hambruna irlandesa y de la emigración masiva a EEUU, entre los irlandeses que quedaron en la Isla, hartos del expolio y de los desmanes británicos, creció un decidido nacionalismo, origen de múltiples levantamientos duramente reprimidos, hasta que el más famoso de ellos, producido ya en el siglo XX (1917) acabó de mala manera, con mucho paredón y los consiguientes fusilamientos.
No obstante los irlandeses no se desanimaron y crearon el IRA (Ejército Republicano Irlandés) que planteó no pocas dificultades a los británicos, por otra parte hartos ya de guerras y de Irlanda. Así que concedieron la independencia (en 1921) a todos los condados católicos de Irlanda, reservándose los del Norte, de mayoría protestante.
Pese a todo, el IRA siguió actuando en la parte norte irredenta del Pais, provocando la aparición de organizaciones paramilitares protestantes, a las que se añadieron el Ejército británico y la Policía Real del Ulster. Y como era de esperar, entre unos y otros se inició la espiral imparable de la violencia, con destrozos, muertos en ambas partes, atentados contra los cuartelillos de la Policía, y fusilamientos de la gente en la calle por parte del Ejército británico, como el ocurrido en Derry, durante el llamado "Bloody Sunday", hasta que por fin, el IRA declaró en 1994 su primera tregua, rota poco después. En 1997 anunció la segunda tregua, y de nuevo con el atentado de Omagh, reclamado por un "IRA auténtico" todo estuvo a punto de acabar de mala manera. Pero en esta ocasión la gente estaba ahita de violencia, y el IRA auténtico, se avino a declarar una tregua unilateral definitiva en 1999, con la entrega de las armas, actos de contricción, etc. De modo que partidos políticos hasta entonces enfrentados, se aprestaron a constituirse en Gobierno bajo la mirada benevolente del Parlamento Británico. Y con muchos dimes y diretes, desplantes, suspensiones del ejercicio del poder irlandés, por parte del Gobierno inglés, la cosa ha seguido hasta hoy.
Los extranjeros, convocados por los etarras en San Sebastián y los tontos útiles presentes en esta ocasión, socialistas y nacionalistas vascos, se disponen a comparar los hechos apuntados en el anterior resúmen de la Historia de Irlanda con la serie de asesinatos, iniciada por el joven alucinado, repleto de anfetaminas, Javier Echevarrieta, cuando en Junio de 1968, mató a sangre fría a un guardia civil (Pardines) que estaba de espaldas tratando de ver el número de serie del motor del coche de su asesino.
Como suele decirse por ahí, el número de tontainas es infinito, en tanto que la comisión de extranjeros podría definirse al estilo de "el Bocho", apuntando algo parecido a "chocholos ya son éstos pues"
Si la Historia irlandesa de cinco siglos aquí resumida y la del País vasco de los últimos cincuenta años tienen algo en común, será porque ambas huelen a cordita que apestan.
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