Muchos cuentan y cuentan los días que faltan hasta el próximo 20 de Noviembre, incluso algunos lo hacen con los dedos de ambas manos para asegurarse de sus cálculos, y les parece que el tiempo repta con una pereza infinita por el calendario, sin avanzar gran cosa.
Digan lo que digan las urnas aquel día, será preciso esperar un mes y medio para ver desaparecer al genio de la Moncloa en la ciudad de León, donde se propone emprender una nueva vida, acomodado en una tumbona, mientras la ciudadanía exprimida, gime y se agita a impulsos de los empujones de los "indignados" y de los liberados sindicales, enviados en oleadas sucesivas por el siniestro Ruby.
Los ingleses, que son bastante traviesetes cuando tratan nuestros asuntos, especulan en la revista "The Economist" con un posible triunfo de los socialistas el susodicho día veinte, dando la impresión de que los redactores del artículo en cuestión, están haciendo ímprobos esfuerzos para contener las ganas de reir y no estallar en carcajadas homéricas. Seguramente pensarán si el nuevo gobierno de Madrid será capaz, o no, de adoptar inmediatamente las modificaciones necesarias para hacer salir del bache al País y hacer un "remake" de la historia británica.
Algo asi como si Rajoy en el Congreso, desde su sillón azul, puesto en pié con los pulgares en las sisas de su chaleco y la papada tapando el nudo de su corbata dijera a los ciudadanos lo que les espera en un futuro inmedito: impuestos, tasas y recortes. Más de uno quizás hubiera preferido enfrentarse a la Luftwaffe, "mismamente" con piedras.
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