General V. Rojo
Los adultos no valoramos en muchas ocasiones la retentiva de los niños. Esta mañana, leyendo el libro, citado hace algunos días, del General Monzón, en búsqueda de inspiración para el tema de hoy, recordé una conversación oída a mis padres hace setenta y cuatro años. Ni uno más no uno menos. Mi padre hablaba de la expulsión de un amigo suyo, apellidado Retolaza, de la empresa Campsa donde ambos trabajaban. Yo conocía a este señor por haber sido guardián de su biplaza azul, en fausta ocasión y le estaba muy agradecido. Quizá por ello presté más atención a lo que decían los mayores.
El caso es que el Sr. Retolaza, jefe de la factoría de Campsa de Santurce (Vizcaya) a orillas del Cantábrico, había organizado y dirigido las tareas de la extinción del incendio provocado en los grandes depósitos de combustibles bajo su custodia, por un bombardeo, no sé si aéreo ó terrestre pero no naval, porque la flota de su Majestad Británica bloqueaba la navegación frente a las costas del País Vasco en aquel entonces.
Una vez ocupadas ambas orillas de la ría de Bilbao por las tropas nacionales, el Sr. Retolaza fué detenido y juzgado bajo el cargo de "auxilio a la rebelión". Es decir, según las nuevas autoridades debía haberse limitado a ver el incendio en cuestión, desde una distancia razonable sin tomar ninguna medida. Pero no lo hizo y fué despedido. Como debía ser un buen profesional (era ingeniero industrial) encontró pronto un nuevo trabajo en la empresa fabricante de neumáticos "Firestone".
La anécdota narrada por el General Monzón se refiere a un teniente amigo suyo, nombrado defensor ante un Consejo de Guerra que juzgaba a uno de los mejores estrategas del Ejército del Frente Popular, el General Vicente Rojo acusado, como el amigo de mi padre, de "auxilio a la rebelón". Este General había vuelto a España desde su exilio en Bolivia, casi veinte años después de acabada la guerra civil.
El teniente defensor, todo nervios, se limitó a negar el cargo de la acusación, porque en su opinión, el General Rojo había permanecido fiel a la República, "y los que auxiliaron a la rebelión fueron sin duda, los rebeldes" es decir, y esto no lo dijo el teniente, entre ellos, algunos de los miembros del Tribunal allí constituído.
Pero, como dicen los novelistas, no en vano había pasado el tiempo desde que concluyó la guerra civil y los ánimos se habián calmado, El general Rojo fué absuelto y vivió varios años después en Madrid. Al salir de la sala donde se había celebrado el juicio, alguien dijo al teniente defensor: si hubieras dicho lo mismo en 1939, te fusilan al lado de tu defendido.
La absolución del General Rojo fué lo normal (estaba pactada). Lo anormal a estas alturas, son las resurrecciones como las del capitán Rodriguez, el nonno de ZP.
Hola papá: completamente de acuerdo contigo. He leido vuestra carta a Alex. Muy interesante. Espero que no demore mucho él en escribiros algo... Ayer tuvo tutorias (clases semanales) y está contento aunque todavia no ha recibido los libros que encargó por internet. Muchos besos. Beatriz
ResponderEliminar