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jueves, 19 de abril de 2012

Un embajador de Obama


El Secretario General Adjunto de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo económicos), Richard A. Boucher, ha hecho llegar, hace pocos días, a las terminales de difusión de frases célebres, la siguiente: "Nadie quiere ser como España", refiriéndose a los más de cinco millones de parados que una administración alelada  vio crecer día a día, sin saber reaccionar. A continuación el malévolo Richard  remató: "España sólo vale para el flamenco y el vino tinto".

Muchos periódicos nacionales, que parecen decididos a sumir a sus lectores en una depresión profunda como si no tuvieran docenas de noticias diarias, a cual más grave,  para hundirles cada mañana en una situación  de  pasividad e indiferencia propias de la fatiga de combate, recogieron la frase y el exabrupto del Secretario General y Embajador del Presidente de EE.UU., al que nuestro País, miembro de la OCDE desde su fundación hace cincuenta años, en unión de otros treinta y cuatro países paga su sueldo.

La pregunta pertinente es: ¿por qué esta falta de respeto elemental por los demás, expuesta en un foro público, en boca de todo un embajador de los EE.UU.? Las razones de nuestra debilidad que representan las palabras del malévolo embajador se hallan aquí, "intramuros" del solar patrio. Vamos a pagar, ya lo estamos pagando, hasta el último céntimo, las alegrías de un electorado  al que le pareció gracioso hace cuatro años, elevar a la primera magistratura de un País, a un débil mental, a un "faltito" que nos barrió del mapa mundial  y se hizo acompañar, entre otros indeseables, por Leire Pajín, Bibiana Aído, Isabel López Chamosa, Trinidad Jiménez, María Teresa Fernández de la Vega, etc como preclaras conductoras de masas.

La necedad del Embajador es poca cosa. Desde ahora vamos a saber lo que vale un peine. Por tontos.     

   

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