Ayer recordé como si las hubiera oído en su momento, las vibrantes palabras de Cicerón, bien moduladas y un tanto temblorosas por la indignación, pronunciadas en el Senado Romano, mientras asía su toga con las manos crispadas "Pero ¿en qué País vivimos? ¿Qué República tenemos?".
A Cicerón le indignaban Catilina y sus compañeros de conjura, y a mí la Señora Delegada del Gobierno en Madrid al permitir un aquelarre de llamados ateos, desfilando por las calles del viejo Lavapiés y sus inmediaciones, según hemos visto en la TV.
Ni estoy de acuerdo con la Señora Delegada al imponer a los promotores del desfile unas condiciones, silencio, respeto, etc. imposibles de cumplir y ampliamente transgredidas por los hechos, ni con los dos Magistrados del Tribunal de Justicia de Madrid quienes, con su voto particular, se enfrentaron a sus compañeros del Tribunal que apoyaba una primera prohibición de la Sra Delegada.
Parece mentira que con tantos estudios jurídicos más o menos asimilados, dijeran ambos Magistrados que "la prohibición se basa en meras conjeturas", cuando hemos visto en otras ocasiones cómo se las gasta en la calle semejante cuadrilla de humanoides, o que se "vulnere el derecho fundamental de reunión", derecho que nunca puede amparar los actos y las actitudes incívicas de los dichos homínidos.
El presidente de una de las asociaciones ateas convocantes, otro memo de antología, invoca los preceptos constitucionales en su favor, al establecerse en aquellos la aconfesionalidad del Estado. Y esto, pregunto, ¿qué tiene en común con las payasadas y burlas de sus asociados sedicentes "ateos", siempre dirigidas en una sola dirección? pues jamás les hemos visto haciendo burla de los imanes musulmanes, las alfombrillas para la oración tendidas en dirección a la Meca, el Corán, y demás parafernalia musulmana.Vamos, señor presidente, no se haga el tonto, aunque a usted le resulte tan fácil.Y usted Señora Delegada, ¿cuándo dimite?
Nota. Los "ateos de Lavapiés" querían desfilar el mismo Jueves Santo, pero el permiso correspondiente les fue denegado. La señora delegada les permitió el desfile después de Semana Santa, cosa que hicieron el pasado Domingo con las chanzas habituales, y aquello tan gracioso de "la Iglesia ilumina cuando se quema"
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