Una anécdota significativa, en mi opinión, sobre el 11-M, que no es recogida en el libro "La cuarta trama" porque no pudo figurar en la instrucción del Juez del Olmo, se refiere a la presencia, poco después de conocidas las explosiones de los trenes en la Estación de Atocha, de cuatro o cinco hombres que dijeron llegar de la Embajada de EE.UU., constituir un equipo de expertos en atentados terroristas y desear prestar su colaboración cualificada. Antes de exponer todas sus razones a los Jefes de la Policía allí presentes, aquellos hombres se vieron amablemente acompañados hasta la Glorieta de Carlos V donde habían aparcado su coche. "Gracias, pero nos bastamos y sobramos para tratar el asunto", debieron decirles aquellos especímenes de "la quinta trama".
Por cierto ¿qué haría en la Embajada de EE.UU. tal equipo de expertos en atentados? Porque también es casualidad que estuviera en Madrid por aquellas fechas.
El asunto de "la cuarta trama" de policías, colaborando con la banda del Chino ( Jamal Ahmidan "inmolado" después en Leganés) no me parece del todo creíble, por una razón: aquellos magrebíes no tenían ni idea de montar el tipo de bombas utilizado en el atentado. Así que los misteriosos sujetos "de la cuarta trama", las montan y ¡dan instrucciones, a través del Chino para que una vez desaparecidos ellos de la escena, los moros conecten, sobre la marcha, los cables de los temporizadores a los detonadores, que es la operación más delicada del asunto!
¿Y qué decir del explosivo? Sumando todos los kilos que pasaron por las manos del Chino, según la instrucción, nos encontramos, como mínimo, con 400 Kg aunque bastaron 130 Kg para las diez bombas que explosionaron en los trenes, y las tres dejadas como señuelos por la policía, durante las inspecciones posteriores al atentado, como ha apuntado algún observador que no se dejó engañar en su momento.
Conocemos las horas de las salidas de los cuatro trenes siniestrados de la Estación de Alcalá (La Galena) con una precisión de segundos, así como las horas en que ocurrieron las explosiones, también con sus horas, minutos y segundos. ¿A santo de qué se admite en el Juicio, una única temporización para todas las bombas? De locos.
¿Y todos estos datos fueron considerados y sirvieron para instruir y juzgar una causa? Porque si es así, sobra tanta toga, tanta puñeta, tanta cruces y tantísima prosopopeya. Como diría don Quijote de haber tenido ocasión, ¡Idos destos reynos mentecatos y falsarios!
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