Con cierta frecuencia, un trío de encapuchados y ensabanados de ETA, ajenos a la estética del tercer milenio, aparecen en las pantallas de la TV, hieráticos, un punto solemnes, tras una mesa igualmente ensabanada y, sobre ésta, las manos enfundadas en guantes negros, como la visión infantil que puedan tener del juicio final, los niños de los caseríos.
Anuncian un "alto el fuego", haciendo ahora de la necesidad virtud, o demandan algo en favor de sus presos para mantenerlos firmes en su convicciones cainitas, y todo ello en nombre de una entidad geográfica inexistente, dirigiéndose a las autoridades legítimas del País, de poder a poder.
Por si la puesta en escena no fuera de una ridiculez espantosa, los tres estafermos en cuestión, rematan su figura sedente con una boina o chapela como distintivo tribal.
Las perforaciones de las sábanas, hechas a la altura de los ojos de los tres individuos, son oblicuas, dando al trío un aire oriental, se supone destinado a dificultar cualquier intento de identificación. El del centro lee el comunicado, y una vez concluida la lectura, los tres levantan el brazo izquierdo sobre la cabeza, haciéndolo con cuidado para no modificar el ángulo adoptado para la chapela, y gritan algo a modo de gesto cavernario de reconocimiento para los secuaces que se hallan al otro lado de la pantalla.
Siempre alcanzan sus objetivos en cuanto a la transmisión y difusión de sus mensajes, con sus sábanas, las capuchas, los guantes y las chapelas, y nadie les ha mandado a paseo, ni afeado su mal gusto, hasta ahora.
Entretanto, la banda sigue haciendo esfuerzos para hallar un eslabón "presentable" que les una a su grupo parlamentario del Congreso, Amaiur.
De momento, los encapuchados han despedido al portavoz del grupo, profesor Antigüedad, quien no acababa de convercerles porque le notaban blando en sus intervenciones, seguramente a causa de su confraternización con los maketos.
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