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domingo, 8 de abril de 2012

Clichés


Ayer fui de un lado a otro por nuestro correo electrónico, y a partir de unas viejas fotos de la Plaza Mayor de Aguilar de Campoó  (villa situada al Norte de la provincia de Palencia) tomadas durante los primeros meses de la guerra civil, con formaciones militares de paso hacia el frente, que en el curso de aquellos días no debía estar muy lejos, me topé sin saber muy bien cómo, con la historia de un combatiente voluntario suizo  perteneciente al ejército republicano del Frente Popular (1936-1938).

Este joven, Hans Hutter, de veinte años entonces, formaba parte de un grupo de ciento setenta compatriotas  encuadrados en las Brigadas Internacionales. Otros cuarenta muchachos suizos prefirieron combatir en las filas nacionales. Los supervivientes de uno y otro lado, una vez retirados en cumplimiento de los acuerdos de Munich, firmados por los líderes de Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña, vueltos a Suiza fueron encausados por el incumplimiento de la Ley Federal sobre el encuadramiento de los ciudadanos suizos en ejércitos extranjeros.

Hans y los demás debieron sufrir una pena de dos meses de prisión y abonar una multa de mil francos suizos. Una vez cumplido el período de reclusión, Hans dedicó el resto de su vida a batallar sin descanso contra los Gobiernos sucesivos de la Confederación Helvética para ser exonerado de un delito que él no sentía como tal y cinco o seis días después de morir, pasados ya los noventa años, el Parlamento suizo aprobó una moción destinada a rehabilitar a todos los excombatientes suizos en la guerra civil española.

De los doscientos diez  suizos que salieron de sus casas hace tres cuartos de siglo para meterse en el laberinto español y pelear por unos ideales, sobrevivían hace dos años, tres o cuatro ciudadanos. Hans escribió mucho sobre su aventura guerrera y las de sus compañeros, porque decía  querer conservar su memoria. Y en sus escritos apuntaba los estereotipos o clichés ideológicos habituales de la época, que hoy día siguen circulando en España, dada la pereza mental ambiente, como si no hubiera pasado el tiempo.

Pero han transcurrido ya setenta y seis años desde que estalló la guerra civil, y aún pasarán cien, y los lugares comunes que deja escritos el buen suizo, seguirán repitiéndose, porque el conocimiento a fondo de una cuestión histórica determinada, puede dar al traste con las convicciones que han formado parte esencial de una vida.

A una legitimidad de origen dudosa, como la  de la Segunda República Española, basada en unas elecciones municipales, su legitimidad de ejercicio queda malparada si nos atenemos a los hechos, y estos están  presentes para el que quiera verlos.Ocurre, sin embargo, que muchos se niegan a considerarlos, como los inefables políticos de nuestra izquierda, antes de que el conocimiento les depare una sorpresa desagradable, y hasta ahí podríamos llegar.

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