La frase de moda "no está a la altura de las circunstancias" parece aplicable hoy a ciertos políticos del Gobierno cuando con cara de susto aparecen en las pantalla de TV para hacer sus declaraciones.
La misma Soraya Saenz de Santamaría, se muestra desconcertada, en mi opinión, y aquella firmeza y rotundidad, con que golpeaba dialéticamente en el Congreso a sus adversarios y sobre todo adversarias, se diría evaporadas
La antigua seguridad de los políticos del PP de ser capaces de gobernar la cosa pública de manera mucho más certera y eficaz que el nefasto Zapatero, incapaz de hacer la O con un canuto, les ha abandonado estos días o así lo parece.
Ya no pisa Soraya, en mi opinión, con tanta seguridad cuando camina hacia el estrado de la sala de conferencias de prensa del Congreso o de la Moncloa, para anunciar nuevos recortes presupuestarios e impuestos, exacciones, alcabalas, tasas, extracciones diversas de los dineros privados, haciéndonos sentir a los ciudadanos, auténticos limones exprimidos.
Enfrentarse con las brumosas y ululantes fuerzas luciferinas de los mercados financieros internacionales y ser presionados al mismo tiempo por los exigentes mandamases europeos insaciables, pidiéndoles más sacrificios, debe ser terrible, y ha debilitado su ánimo.
Ser objeto además de una oposición inmisericorde, deseosa con su saña característica de vengar su derrota en las urnas, también ayuda para encoger de mala manera la antigua firmeza.
Y nosotros, los contribuyentes no tenemos el consuelo de nuestros vecinos franceses, de reunirnos unos cuantos bajo el Arco de Triunfo de París, y cantar a voz en grito la Marsellesa, a ver si nos crecemos un poco: "allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé..."
¿Qué hacer? ¿Hibernarnos hasta el próximo año? ¿Encomendarnos a la Señora Dulcinea del Toboso y atacar a la morisma? o bien ¿hacer volver a casa a todos los inconscientes que han salido de puente? Dolorosa incertidumbre.
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