Uno de los rasgos característicos de los actuales independentismos españoles, vascos y catalanes, además de ser "ex ovo" pedigüeños, es su talante llorón ó lacrimoso, muy poco acorde con los continuos desplantes, realizados, en la calle ó en las instituciones, por parte de los activistas jóvenes y no tan jóvenes, crecidos ante la ausencia de autoridad del socialismo, variedad zapateril, hoy día agónica y a punto de experimentar su postrero estertor.
Según los historiadores más o menos ocasionales, la situación de opresión sufrida por los judíos en su cautiverio de Babilonia podría compararse con una especie de interminable verbena, si se compara con la soportada por los catalanes y los vascos, autoconsiderados tan alejados de los españoles como puedan serlo los suecos.
No hace mucho, un sedicente periodista catalán quiso dejar boquiabiertos a sus biempensantes paisanos, obligándoles a considerar la monstruosidad que cometen al hablar español , cuando emiten el sonido de la letra jota ¿quien con un mínimo de sensibilidad - se preguntaba el escriba estremeciéndose- osaría pronunciar una letra semejante para articular una sílaba?
Estas y otras tonterias parecidas, acogidas frecuentemente en periódicos y revistas catalanas, nada digamos en su televisión basura, me recuerdan tiempos de mejor gusto, cuando un profesor catalán de música en el Instituto Ramiro de Maeztu, un clérigo altísimo, con unos pies tan grandes que constituían una leyenda entre el alumnado, nos animaba a imprimir un aire cimbreante a nuestras canciones folclóricas nacidas en el Ampurdá ó sus cercanías. El Padre Masó, que así se llamaba el profesor, intentaba flexionar su cintura y al mismo tiempo extendía sus brazos interminables para arrancar un acorde de nuestras gargantas. Puedo jurar que no oprimimos nada al Padre Masó, otra cosa es que nos arrancara un acorde y en cualquier caso que fuera cimbreante.
Desde Cape Cod, rodeados de focas, un beso enorme para todos!!
ResponderEliminarHola papá: Me contaba el otro día la prima Susana que la reacción de unos amigos vascos cuando ella habló de "las Vascongadas" fue muy mala y que le hizo sentirse fatal. ¡Cuánta tontería! La organización del Estado de las Autonomías me parece mala y redundante. Muchos besos para todos, Beatriz
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