Una de mis primeras lecciones de Historia, nunca olvidada, se refería al general cartaginés Aníbal, un genio de la estrategia, de la táctica y de la logística. A este militar, siendo un niño, su padre Amilcar, igualmente militar de Cartago, le hizo jurar, frente al fuego de las antorchas, odio eterno a los romanos, en una ceremonia muy emotiva según las ilustraciones de mi Enciclopedia.
Al parecer la inyección paterna de tal pasión desordenada dió sus frutos, porque Aníbal tuvo ocasión de propinar un buen susto a los romanos con unos elefantes a los que hizo atravesar los Alpes, en tanto los latinos se distraían mirando hacia la dirección lógica de llegada del enemigo, el Mare Nostrum.
Aníbal venció a las legiones romanas en la sangrienta batalla de Cannas, pero fué vencido de vuelta a su tierra, esta vez viajando por mar, en la batalla de Zama. La ciudad de Cartago quedó arrasada por los romanos, su superficie arada y sembrada con sal , para que no creciera la yerba.
Así pues, tenemos aquí los ingredientes genéticos necesarios, es de suponer que heredados: saña romana y odio cartaginés ó africano, desarrollados en nuestro genoma en el curso de los últimos dos mil doscientos años, y puestos al día por el asombro de la Moncloa con su Ley de la Memoria Histórica.
Porque, en efecto, en la aldea Poyales del Hoyo (Ávila) por mor de la dichosa Ley, casi llegan a las manos el pasado domingo los descendientes (biznietos) de los hunos frente a los descendientes de los hotros (1) (nietos y biznietos) por un quítame allá este húmero ó esta tibia de mi bisabuela, víctima de la guerra civil, la pobre, hace setenta y cinco años.
La pregunta cae por su propio peso, todo esto ¿no lo estará promoviendo el candidato progresista Rubalcaba, que tiene unos comicios pendientes y es un estratega acreditado de la política rastrera ?
(1) Según la nomenclatura de don Miguel de Unamuno, ideada en 1936.
Imagen: Anibal, vencedor, contempla Italia desde los Alpes. Óleo de Francisco de Goya
Imagen: Anibal, vencedor, contempla Italia desde los Alpes. Óleo de Francisco de Goya
En lugar de cerrar las heridas siguen con el arma en las manos.
ResponderEliminarDe locos.
ResponderEliminarMuchos, muchos besos
BB
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