La cara de Alfonso Guerra, con su melena anarquizante, sus barbas de mujik, las gafas de concha y demás aditamentos obligados en la izquierda universitaria de la época (chaqueta de pana, camisas a cuadros de leñador canadiense y vaqueros) así como sus dicterios contra los aristócratas andaluces, y la dosis de rencor social indisimulable que destilaba el hombre, fué una de las primeras asociadas por el contribuyente común al Partido Socialista y, por tanto, a la corrupción, cuando sus afiliados se consideraban aún marxistas.
En aquella época, hacia 1974, poco antes del deceso del General se manejaban, en los medios concienciados, la parafernalia dialéctica marxista incluyendo con toda seriedad conceptos tales como la lucha de clases, la burguesía depredadora, las masas depredadas, las plusvalías, etc que enganchaban a las tiernas mentalidades de los estudiantes, como si no hubieran pasado años desde la experiencia soviética. Transcurrido algún tiempo, los jerifaltes del Partido, Guerra y Felipe González, dueños del aparato una vez arrinconados los carcamales socialistas supervivientes de la guerra civil y exiliados en Francia, se desprendieron de los resabios marxistas, dejándose llevar por las corrientes europeas socialdemócratas, cosa que a todas luces resultaba más fina y presentable. Fué entonces cuando abandonaron la pana y acudieron a la peluquería y después al sastre, para adoptar un aspecto más tranquilizador e integrado en el sistema.
"Arfonso" Guerra perteneció a una familia numerosa de la clase obrera sevillana, y pudo desclasarse haciendo estudios universitarios. Sus sentimientos de inferioridad, de esos que corroen el alma del usuario, junto a una facundia innata y una lengua viperina, le hicieron famoso entre sus conmilitones. Su cuate del alma, Felipe González, decía amenazante si se desmandaba algún "compañero": "¡ que os echo al Guerra !"
Para explicar su "estatus" y poderío en el Partido, Alfonso sentenciaba : " Yo cocino los platos y Felipe los sirve", lo cual pronto se demostró un tanto fantasioso.
Porque las travesuras de uno de sus hermanos, llamado Juan, retrasado en el tiempo, pues vivía como un pícaro del siglo XVI, y fué uno de los protocorruptos del Partido, hizo imposible que "Arfonso" siguiera desempeñando algún cargo, no ya en el Gobierno sino en el propio Partido. Dimitió y desde entonces ha seguido sentado en el Congreso como diputado, durante cinco legislaturas hasta la actual, dejando oir su voz pausada en los pasillos de la Cámara, en forma de graves apotegmas recogidos para sus periódicos por periodistas noveles, y si lo permiten sus redactores-jefes, llegan a las páginas de los periódicos del día. "Sic transit".
Gracias por el perfil papá. Recuerdo que al Guerra de aquellos años le apasionaba de tal forma la música de Gustav Mahler que a mi me llegó a empalagar y dejó de gustarme porque nos la metía hasta e la sopa ¿lo recordáis?.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
Beatriz
PD Mañana salimos de viaje y volvemos el domingo. Esparemos por Asturias.
Menudos sinvergüenzas estaban hechos!! Y Rubí era uno de ellos, que por mucho pagar parquímetros y "tomar" el metro, no cuela!! Lo que les salvaba un Pekín a a aquella generación de políticos es que algunos pasaron por la Universidad. Ahora ni uno, y cuanto más zoquete mejor, para no discutir con el amo.
ResponderEliminarBea pasarlo requetebién por Asturias!!
Muchos besos a todos!