visitas

lunes, 25 de julio de 2011

Los incendios republicanos


Proclamada la Segunda República, el jolgorio de la gente exultante que llenaba las plazas de ciudades y pueblos, cantando alternativamente, a voz en grito y seguramente desentonando, las dos versiones del himno de Riego, fué apagándose poco a poco, en días sucesivos, al percatarse los cantores de la salida del sol por el oriente, como siempre, y de su despedida al atardecer por el poniente "as usual"

Transcurridas nada más veinte jornadas desde el 14 de Abril (de 1931), un olor acre a  chamusquina, se expandió, sobre todo por la mitad sur de España, al arder intencionadamente más de cien iglesias, conventos, oratorios, colegios religiosos etc, con sus retablos renacentistas, sus bibliotecas repletas de manuscritos e incunables, sus cuadros,  sus imágenes, legajos y archivos,Todo se redujo a pavesas.

Fué un primer ensayo para "crispar" (Rodriguez dixit) el ambiente excesivamente festivo hasta el momento, tan poco grato a ciertos agentes aficionados  a ocultarse entre las sombras (1).

Los mozos que habían acudido prestos en auxilio del Monarca D. Alfonso, atrapado con su Hispano Suiza en el barro de aquella femetida carretera, veinte años después ya no existían . Ahora se dedicaban, en Murcia, Alicante, Valencia  y las capitales andaluzas, especialmente en Granada, a desarrollar sus aficiones pirómanas, extendidas de inmediato a los periódicos "de las oligarquías", a los círculos mercantiles de los burgueses con sus leontinas, y a los casinos monárquicos de "los señoritos" con sus canotiers, pajaritas, botines y bastones de bambú.

Algunos autores han denominado estas actividades incendiarias, como incursas en la "socialización de la política", que impregnó desde entonces, y así lo veremos en días sucesivos, la historia de la Segunda República, dejando en mantillas a la Primera, la federal de los cantones.

Y las Autoridades, llamadas de oficio a reprimir los desmanes, nada hicieron, los pirómanos y la mayor parte de sus instigadores quedaron protegidos para siempre en los recovecos de la Historia.

La citada socialización y la crisis económica, prepararon de consuno el plano inclinado por el que se deslizó sin remedio esta República, hacia el desastre.


(1) Algunos, no obstante, fueron conocidos por la musa de la Historia Clío, con sus nombres y apellidos.

Foto: Incendio de la iglesia de los jesuitas en la Gran Vía madrileña (mayo 1931)

1 comentario:

  1. Ese es el gran problema de la historia. Según quien la escriba habrá buenos y malos. Nunca será objetiva porque los historiadores no pueden dejar al margen sus creencias...
    Bueno, que nos sirva para aprender al menos.
    Muchísimas gracias por estas lecciones de historia!!
    Besos enormes.

    ResponderEliminar