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miércoles, 20 de julio de 2011

El Dictador




D. Miguel Primo de Rivera, el Dictador de España de 1923 a 1929, de 53 años cuando inició su aventura, era un hombre alto, fuerte, con la cintura perdida como tantos otros de la época, simpático, extrovertido, y aceptado por casi todos, como dije hace un par de días. Su bagaje cultural, perfectamente decriptible, había sido adquirido por don Miguel en las tertulias del casino de Jerez, de donde era natural. Un escritor, orador y poeta (José M. Pemán) colaborador de don Miguel, se refirió lacónicamente al General, años después, como "una locura patriótica y una ausencia de libros."

Con su simpatía, labia y entusiamo el General ganó la voluntad del Monarca, quien tampoco era un lector conocido por ser un insaciable devorador de libros, y se dispuso a desarrollar sus ideas basadas en una mezcla de arbitrismo del siglo XVII, de despotismo ilustrado del siglo XVIII y de regeneracionismo del siglo XIX.

Ahora bien, España estaba tan necesitada de que alguien abriera las ventanas y la ventilara un poco, que el General tuvo notables éxitos, prácticamente inmediatos, en los campos económico, social y educativo. Y también fracasos, se enfrentó con la Universidad porque no entendió su importancia en la escena nacional, así como con algunos intelectuales de fuste (Unamuno, Valle Inclán y otros hoy olvidados).

Por supuesto que acabó pronto con la pesadilla marroquí, apoyado estratégicamente por Francia en parecidas dificultades a las de España, pacificando la zona con mano izquierda hasta la independencia de Marruecos, ya muy avanzado el siglo. A su vez, el pistolerismo anarquista de Cataluña de larga duración, perturbador de la vida de Barcelona, le duró al General, con el apoyo del general Martinez Anido, un cuarto de hora.

Una de las primeras tareas del General consistió en arremeter contra los caciques políticos de las ciudades grandes y pequeñas, quienes constituían el escalón inicial del sistema político parlamentario vigente hasta su anulación por la Dictadura y objeto de las más acervas diatribas por todos los asistentes a las tertulias de casinos y reboticas.

La primera carretera asfaltada, después todas las radiales, y otras muchas, se vieron por primera vez en tiempos del General. Éste puso en marcha además, las Confederaciones Hidrográficas, tal como se conocían hasta hace muy poco tiempo y la Empresa Campsa, la cual más ó menos desdibujada aún perdura, al menos de nombre.

Lo malo es que tras el éxito marroquí, don Miguel no supo marcharse a tiempo y prolongó su mandato cometiendo errores de bulto, como la creación de la "Unión Patriótica", "partido político pero apolítico" según el galimatías expuesto por el propio General a los medios, por cierto, refugio de innumerables caciques, poco menos que inmortales. A la "Unión", el General añadió una "Asamblea Nacional", especie de símil parlamentario que marcó el inicio del disfavor de los ciudadanos hacia don Miguel.

La bonanza económica de aquellos años dió paso a una crisis, muy parecida en sus orígenes a la actual, y todo se le fué de las manos a don Miguel. Así que sin apoyos, ni siquiera entre sus compañeros Generales, ni del Rey que se hizo el distraído, el Dictador, sintiéndose mayor y enfermo, debió exiliarse a París, donde falleció pocas semanas después.





2 comentarios:

  1. Me siento tan ignorante!!
    Gracias por darnos estas lecciones de historia!! Yo sigo con mi lectura de la Historia de Mexico, que en ciertos momentos discurre paralela a la de España.
    Un beso enorme!!!

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  2. A ti te da la trde la "cacharra", pero a todos nos haces disfrutar de una preciosa lección de historia.
    Besos

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