Marcelino Iglesias, Secretario de Organización del partido progresista, es ese señor untuoso, de gesto pausado de viejo sacristán, que habla con unción, un poco plegado sobre sí mismo, como si estuviera anunciando el óbito de algún provecto hermano del convento. Glosa ó interpreta en nuestro favor, como ignorante siervos que somos, las palabras del señor P.punto, sobre sus planes, anunciados con gesto pillo, para solucionar el paro.
El señor Marcelimo cree en las palabras del señor P punto y nos anima a creerlas. Porque estas palabras se harán realidad, sin duda, en el momento más conveniente, cuando lo juzgue más oportuno el Sr P punto, dice don Marcelino y, en todo caso, cuando estos reinos gocen de la felicidad que el Sr P punto se dispone a impartir a manos llenas una vez en posesión de vuestro voto, depositado en el día determinado por las altas instancias que entienden, esto es, por P punto.
El didáctico y oleoso Sr Marcelino mira complacido a la monstruosa anomalía política representada por el Sr P punto y pronto nos explicará porqué no quita ojo a los consentidos del 15 M.
Ese Marcelino es el típico pelota de la clase. Un besazo
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