Después de haber sido protagonista absoluto de la Historia Europea durante varios años, Napoleón una vez vencido por las potencias continentales europeas y la británica, fue confinado en Elba y nombrado Señor de la Isla, para que recuperara la paz del espíritu, meditara detenidamente sobre su vida y dedicara el tiempo a escribir sus memorias, tal como había prometido al despedirse de los granaderos de la Vieja Guardia en Fontainebleau.
Pero Bonaparte no pudo aguantar muchos meses inactivo en su encierro y decidió dedicarse de nuevo a su auténtica vocación: llevar a los jóvenes franceses al matadero, para seguir verificando sus teorías táctico-estratégicas. Y así acabó derrotado en Watterloo, tres meses después de abandonar Elba. Por su mala cabeza.
Napoleón fue un hombre inquieto, víctima de su propia leyenda y no se percató, al embarcar para Francia desde Elba, que había llegado al punto de inflexión de su trayectoria, a partir del cual todo iba a ir cuesta abajo.
Salvando las distancias entre los dos personajes, el ex-Juez Garzón es también, al igual que Napoleón, un hombre inquieto, con un ego inmenso, necesitado de la notoriedad pública y del aplauso de sus incondicionales, como del aire para respirar. Y así trata de hallarlo en Europa, América o en la Antártida si es menester.
Pero al igual que el Corso, don Baltasar ignora haber llegado en su carrera a un punto de inflexión, que tuvo lugar precisamente al retratarse, en una finca andaluza o manchega, rodeado de cadáveres ametrallados de ciervos o teflones, concitando las iras de ecologistas, verdes, conservadores de la Naturaleza y de las Sociedades protectoras de animales.
En pleno descenso de su popularidad, fue acusado de prevaricación y organizó algaradas callejeras en su favor, utilizando gentes de baja condición para insultar a los magistrados que le juzgaban. Y ahora, una vez expulsado de la carrera judicial, solicita al Gobierno su indulto, para volver a enfundarse en la toga, al tiempo que acusa mediante sus testaferros al Presidente del Tribunal que le condenó de malversar fondos públicos, olvidándose de un Juez decente, expulsado de la carrera judicial, con su colaboración. Don Baltasar no tiene remedio.
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