La victoria electoral de los populares y la consiguiente derrota de los sedicentes progresistas, pese a una entrega de poderes declarada "modélica" por los primeros, en su afán de civilizar algún tanto a los segundos, para que no se comporten con sus malos modales habituales, rencorosos, envidiosos y malos perdedores, deja entrever el miedo subyacente en todos sus actos, destinados a hacerse perdonar su triunfo, como si no tuvieran ninguna responsabilidad en la enorme cosecha de votos obtenidos.
Porque en el fondo piensan que las acusaciones tramposas lanzadas contra ellos por sus adversarios, sobre todo en cuanto concierne a sus orígenes, son ciertas, al menos en un 50%. Nadie, con excepción de la Señora Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid les ha venido a decir que todos los Partidos Políticos actuales tienen su origen, en la voluntad implícita del Dictador General Franco para que existieran.
El colmo de la sumisión popular ha sido la iniciativa gubernamental de otorgar a los Ministros y Ministras salientes, la medalla de la Orden de Isabel la Católica, aceptada por los progresistas unos y otras con su displicencia condescendiente habitual. No obstante es preciso destacar en el mar de cobardía colectiva que suele invadir a los populares, la presencia de ánimo de las mujeres del Partido, además de la citada Aguirre, S. de Santa María, D. Cospedal, A. Mato etc. plantando cara con gallardía, sin desmelenarse a las añagazas dialéticas de los "unkulturny".
Y no se dan cuenta que a los que están decepcionando es a sus electores. ¡Que se dejen de tonterías y se pongan a trabajar YA!
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