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domingo, 22 de enero de 2012

Dos mentecatos nacionales


El recuerdo de la guerra civil fue diluyéndose con el paso de los años (76 desde que empezó, acabando la macabra fiesta a los 3 años y diez meses de su comienzo) entre una población mayoritariamente  urbana, socialmente transformada por el ensanchamiento de una clase media muy reducida antes del conflicto. Dos leyes de amnistía promulgadas, antes y después, de la Transición de la Dictadura a la Democracia, contribuyeron notablemente a tranquilizar el espíritu nacional por primera vez desde que Napoleón Bonaparte incluyó en sus planes  de pacificación europea, sí o sí, a España y Portugal.

Este proceso de reconciliación nacional, que los españoles sentíamos ya a nuestro alcance, estaría concluído a las alturas del siglo XXI en que nos hallamos, si no hubiera mediado un Presidente de Gobierno, calamitoso y mentecato, rodeado de una cohorte de siniestras criaturas ignorantes,  capaces de llevar  los intereses nacionales en dirección apuesta a la debida, reverdeciendo durante los últimos  siete años los antiguos enconos ideológicos bélicos que hoy impregnan a la clase política de la izquierda, la desasosiegan hasta perder el oremus, y la impiden ser feliz.

Otro mentecato, Juez de pacotilla, incapaz de instruir decentemente una causa, quiso poner la guinda al pastel  zapateril, abriendo nada menos que una causa general  a los extintos vencedores de la guerra civil, con vistas a tergiversar de raiz la Ley de Memoria Histórica, para animar a la gente a exhumar fosas como posesos y tener al personal en vilo durante una larga temporada, ayudado por la prensa adicta.

Al Juez en cuestión, el conocido don Baltasar, le esperan para juzgarle, en su segunda causa pendiente, el próximo martes, sus compañeros magistrados que van acabar exhaustos, aunque el premio obtenido merezca la pena: perder de vista definitivamente  al asombro de la Judicatura. ¡Uf! 

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