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sábado, 31 de diciembre de 2011

La mano izquierda del Sr. Tnte Coronel

Así eran los chicos de Valladolid

Cuando formé parte del Ejército, aún se conservaban las Ordenanzas redactadas en la época del rey Carlos III, durante la segunda mitad del siglo XVIII, estableciendo la prohibición de formar parte en sus filas "a gitanos, murcianos y otras gentes de mal vivir".

Aunque siempre he desconocido la vigencia real de tales Ordenanzas, de todos es conocida la primera  modernización del Ejército con ocasión de la invasión napoleónica, cuando se suprimió, de golpe, la prueba de la "limpieza de sangre" para formar parte de su oficialidad, pues no estaba entonces el horno para bollos, ni para tiquismiqus aristocratizantes. Es de suponer que en tal ocasión murcianos y gitanos fueran acogidos con los brazos abiertos  en el Ejército.   

Sin embargo, la condición humana tiende a aflorar cuando lo permiten las circunstancias, como en mi época. Por ejemplo, en la Agrupación de Sanidad número 7, y al margen de los grados alcanzados por los oficiales, e incluidos en las Escalas, existía una segunda clasificación, soterrada, admitida por todos "in pectore", derivada del origen militar de las personas, formada por las variedades siguientes:  a) de la Academia militar, es decir, de los médicos convertidos en militares profesionales; b) de la Academia de asimilación, abierta durante algunos (pocos) años después de la Guerra Civil, para médicos asimilados a militares profesionales; c) de la Escala de suboficiales, sanitarios procedente de la tropa; y d) de la Instrucción Premilitar Superior, médicos con una condición militar fugaz, como era mi caso.

Una quinta variedad de oficiales fué identificada y definida cierta mañana, por el Tnte Coronel Jefe de la Agrupación, en una reunión con sus oficiales, a la que tuve el honor de asistir. A esta variedad podrían pertenecer todos y cada uno de los oficiales descritos en los rubros anteriores, una cosa transversal, como ahora se verá .

El Sr. Tnte Coronel expuso la situación sin andarse por las ramas : a los chicos (los soldados) Intendencia les entrega un par de alpargatas blancas cada seis meses. La duración media de dicho calzado era desgraciadamente breve: no llegaba al mes. ¿Cual era entonces la misión del oficial? Tener la habilidad suficiente, el Sr. Tnte Coronel se refirió expresamente a "tener mano izquierda" "con vistas a conservar la uniformidad, señores, para que todos los chicos calzaran alpargatas blancas, y no como puede verse ahora, cruzando el patio del cuartel a todas horas y en todos los sentidos, en una orgía multicolor, unos con alpargatas negras, rojas otros, los menos, blancas ¡incluso he visto a un chico con zapatillas a cuadros!" Menos mal que el Sr. Tnte Coronel no citó a los soldados confederados de pies descalzos.

El Sr. Tnte Coronel no dijo que los oficiales rogáramos a los chicos, ni menos que les exigiéramos, la compra de alpargatas blancas, cosa impensable. Simplemente abogó por la uniformidad consustancial con cualquier Ejército, lo cual fué una muestra inequívoca de que el Sr. Tnte Coronel tenía "mano izquierda".

viernes, 30 de diciembre de 2011

Sherlock Holmes en el cuartel



En términos comparativos, mi vida militar, pese a su brevedad, resultó mucho más abundante en situaciones inéditas y anécdotas, que la civil. Hoy quiero contaros otra situación impensable en mi vida de paisano, y para ambientarla procederé a dibujar el escenario.

Al menos un día a la semana, era nombrado oficial de guardia, con la tarea de resolver los asuntos "fuera de lo común", producidos en el cuartel. Como allí se alojaban de ciento cincuenta a doscientos soldados, raro era el día transcurrido sin que alguien diera la nota, como vereis.

El despacho del oficial de guardia se hallaba ubicado a un lado del ancho pasillo que conducía desde la puerta principal al enorme patio del cuartel, y consistía en un pequeño habitáculo con una mesa escritorio, un sillón y una especie de sofá convertible en un camastro tan incómodo, que resultaba mejor dejarlo tal cual, y esperar más o menos somnoliento al toque de diana anunciando el inicio de otro día guerrero.

Mis horas de guardia transcurrían leyendo o dibujando, y durante las tardes y las noches investido de la máxima autoridad cuartelera, porque el resto de la oficialidad se hacía presente, tan sólo, durante las mañanas de 9 a 2, salía a veces a estirar las piernas al patio, bañado por la luz de una luna tan clara y hermosa como no creo que vuelva a disfrutarse en ninguna ciudad, a causa de la nefasta contaminación lumínica. De paso, me aseguraba que todo estaba en orden y no había indios al acecho.

Cierta plácida tarde, hasta aquel momento, poco menos que en tromba, irrumpieran en el despacho, carente de puerta, un sargento llevando de la oreja sin contemplaciones a un corneta retorciéndose, y otro soldado. El sargento tardó diez segundos en ponerme en antecedentes. El corneta, llamado Eme, apócope de Emerenciano o Emerencio, era  acusado por el otro soldado de robarle unos chorizos caseros, que una madre solícita, al témino del permiso de su hijo, había envuelto en papel de periódico y acomodado en la maleta. En el momento del relato sólo los periódicos impregnados de grasa, eran, como suele decirse, mudos testigos del delito perpetrado.

El corneta, con una de sus orejas presa por la garra del sargento, se retorcía y gemía, negándolo todo. Entonces, yo hubiera querido ser tan ocurrente como lo fué Sancho Panza en sus juicios de la Isla Barataria, pero salvo acordarme, inútilmente, de las Siete partidas del Rey Sabio, en casos de que contemplaran abusos de confianza semejantes,  carecía de argumentos y de ideas para resolver la cuestión.

Un brigada que acertó a pasar ante el puesto de guardia y oyó el intercambio de acusaciones y negativas simultáneas, terció con gusto en el asunto, entró en el despacho, convirtiéndolo casi en el camarote de los hermanos Marx y sin respetar la presunción de inocencia del acusado, así como sus derechos humanos, ni cuidarse de mi presencia, dió tal bofetón  al corneta, que éste sin esperar al segundo, comenzó el cántico de la palinodia con todo lujo de detalles.

Resuelta así la cuestión, se marcharon todos, haciendo unos saludos  semimilitares, para dirimir los detalles del tema de los embutidos en otra parte, dejándome en paz hasta el "próximo asunto fuera de lo común". 

jueves, 29 de diciembre de 2011

Julio César, Napoleón y yo




La segunda parte, y última, de mi servicio militar (de seis meses de duración) transcurrió, a mediados del siglo pasado, en un cuartel de la ciudad de Valladolid, que constituía el acantonamiento de la Agrupación de Sanidad Militar número siete, perteneciente al Ejército de Castilla, desde la época de la reina Isabel II,  antes de la Guerra de secesión americana.

Con cierta frecuencia, la Capitanía General, ordenaba a la Agrupación su presencia, junto a otras unidades de las distintas armas, en determinadas ceremonias religiosas vespertinas celebradas en la Catedral. En tales ocasiones, la cadena de mando de la Agrupación, ponía en marcha de inmediato el mecanismo adecuado para nombrar al oficial encargado de conducir a nuestros aguerridos soldados a la Catedral, nombramiento y honor que, indefectiblemente, recaían sobre mí.

La primera vez que el mando me distinguió con tal nombramiento llevé una columna de quince filas formadas por tres soldados cada una, cruzamos la ciudad sin incidentes, asistimos a la ceremonia catedralicia, y a la vuelta, caída la tarde, rodeados por la bruma procedente del cercano río Pisuerga,  llegados frente al cuartel, la cabeza de la dichosa columna se hallaba a tres metros a la derecha de la gran puerta de entrada, marcando el paso ostensiblemente, con la nariz casi pegada a los ladrillos de la fachada.

Hoy creo, sinceramente, haberme equivocado al dar las órdenes, o quizás no las di dando los precisos alaridos reglamentarios, para que la tropa entrara sin dificultad en el cuartel . El caso es que la situación constituyó un auténtico "gag"  como los que más adelante utilizó Benny Hill en su "show" televisivo  con gran fortuna. Entonces lo interpreté como una falta de iniciativa de los tres primeros soldados , que no quisieron ver la enorme puerta del cuartel en el momento oportuno.  Qué graciosillos.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Angustia freudiana



Tengo una pesadilla recurrente desde hace muchos años, y desconozco qué puede haber, durante el sueño, tras esa especie de vertidos intermitentes de elementos subconscientes en las descargas electro-químicas  neuronales. Únicamente puedo apuntar como característica de tales vertidos, su inagotabilidad. Llevo casi sesenta años con el tema.

El caso es que, ó bien me falta una asignatura para acabar la carrera, con el rosario de consecuencias judiciales en las que puedo hallarme incurso, una  vez entre las garras de la Ley, ó bien debo examinarme de latín ante el catedrático de la asignatura don Antonio Magariños del Instituto "Ramiro de Maeztu". Según el esbirro de turno al repartir las hojas del examen debía, no sólo proceder a la traducción del texto facilitado sino explicar el contexto en que se había redactado tal texto, en sus facetas políticas, sociales,  económicas y religiosas de la Roma republicana  ó de la imperial, según fuera el caso.

Como me ocurre siempre en mis pesadillas, don Antonio había facilitado a sus alumnos, el año anterior, al que yo no asistí, una serie de diez "puntos" ó principios sintácticos capaces, al ser aplicados, de facilitar "ipso facto" traducciones perfectas de los textos latinos.

Los alumnos de don Antonio, todos adolescentes angelicales, leían uno tras otro con voz clara y profesional, fragmentos de algún texto de Cicerón, César o Tito Livio, y a continuación los traducían  ante la aprobación y complacencia del profesor. Cuando llegaba mi turno de lectura, incorporado a la clase el año posterior al de la facilitación de los "puntos", mis traducciones no los tenían en cuenta, y al oírme don Antonio hollar de manera tan grosera las exquisiteces sublimes del clasicismo, debía sentirse invadido por una cólera sorda y quizás por algún enojoso sarpullido tan sólo visible en su cuello,  pues los genitivos de mis frases ¿ó eran los dativos?  carecían en mi traducción de la concordancia precisa con los verbos en la modalidad pasiva ¿ó era la activa?. Un auténtico desastre. Sentía, tal como ocurre en mis sueños, que a don Antonio no le hubiera importado fulminarme. Ahora que lo pienso, parecía un profe maligno de Hogwarts. A ver si hay algo de esto en mis pesadillas.      

domingo, 25 de diciembre de 2011

Patriotismos muy locales



La Unesco trató de promocionar, hace muchos años, una Historia Universal redactada sin la rémora nacionalista y patriotera. Iniciada la tarea, creo haber leído que la bienintencionada empresa no pasó de los tres primeros volúmenes, pues para sorpresa de los autores, al tratar la antigüedad más ó menos remota, surgieron problemas capaces de herir susceptibilidades de supuestos descendientes de algunos antiguos pueblos aludidos en la Historia.

El asunto no parece tener una solución tan  fácil, como pensaron los responsables de la Unesco en su día. Los textos escolares de primera y segunda enseñanzas de cualquier país contienen exageraciones inexportables, aptas, tan sólo para la educación de unos ciudadanos propios, con mentalidades acorazadas a la acción exterior, precisamente aquella que trataba de evitar la Unesco con la iniciativa apuntada.

En mis tiempos, nuestros libros de Historia Nacional adolecían de una notable ampulosidad, disculpable, me inclino a pensar, ya que la época, como decía un humorista argentino era bastante "epopéyica",  aunque sea preciso reconocer, que un único idioma desde California a la Patagonia argentina, "ya es un algo" como dicen en La Mancha. 

Todo esto viene a cuento de una conversación mantenida  con Arturo, uno de mis nietos, estudiante de segundo de Bachillerato, en un Instituto de la costa Este de EE.UU. Arturo me decía que estudiando la independencia norteamericana, les proyectaron en clase, como complemento, una película de Mel Gibson, en la cual, los ingleses, sádicos y genocidas, eran capaces de volver tan desinhibidos a las Islas Británicas deseosos de tomar té, después de quemar en las colonias, iglesias llenas de niños, mujeres y ancianos.

Por los comentarios que Arturo oyó en clase, todos estaban de acuerdo con el perfil psiquiátrico  de los británicos. Espero con impaciencia su vuelta, para que me explique si el acorazado Maine fué hundido en la Habana, por una bomba colocada en exterior del casco por los españoles, o depositada con cuidado, dentro del mismo, por responsables de la Navy. A ver si salimos de dudas. 

viernes, 23 de diciembre de 2011

Ahora los pactos



Cuando los tiempos eran mejores, todos sabíamos quienes eran los buenos y los malos  de las películas, porque todas terminaban con castigos ejemplares para estos últimos, con los primeros mirando hacia las montañas lejanas cuyas laderas comenzaban a cubrirse por las tempranas nieves invernales, mientras se hacía oír  una suave melodía, y a continuación venía el fundido en negro.

Hoy las cosas son más complicadas. Si oímos ditirambos de los ministros del Partido Popular, recién elegidos, destinados a sus antecesores socialistas en el cargo, no sabemos con exactitud dónde están los buenos y dónde los malos, ni con quién estamos nosotros. Como decía un ex-ministro hace años: "ya no sé si soy de los nuestros".

Por ejemplo, los elogios dirigidos por el Sr Fernández Díaz (Interior) al un tanto ruborizado, Sr.Rubalcaba,  personaje capaz de respirar a pleno pulmón, disfrutando, en las cloacas de Estado, hacen que el ciudadano corriente pierda el sentido de la orientación, sin saber a qué carta quedarse,  Las nubes de incienso con que el Sr. Gallardón (Justicia) ha envuelto a su predecesor Caamaño, dan también qué pensar sobre las negociaciones con la banda ETA, haciendo temer a otros que, algún día, una vez concluidas, los pistoleros de la banda no puedan desfilar por el Paseo de la Castellana de Madrid, como antaño los hicieron las tropas italianas de Mussolini a los acordes de "Giovinezza".

El  Sr. Montoro (Hacienda) cual esforzado San Jorge deberá alancear a la auténtica oligarquía, que es el sistema financiero, si éste se deja, lo cual no deja de ser, hoy por hoy, una auténtica utopía. Pobre Don Cristóbal.

En resumen , las fuerzas buenas deberán pactar muchos asuntos con las malas, si no quieren ver a las perversas inventar eslóganes pegadizos antimonárquicos sobre el yerno Urdangarín, que les haga la  vida imposible.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Desplantes

1935 La kermesse heroique                           

A comienzos del siglo XVII un heraldo se dispone a anunciar la llegada inminente de un Tercio español en una tranquila y, al parecer, vacía ciudad flamenca. Ante las puertas del Ayuntamiento, el heraldo frena su caballo haciéndole sentarse sobre sus cuartos traseros, descabalga de un salto, sube a zancadas las altas escaleras que le conducen a la planta noble del edificio, llega al salón en cuyo perímetro se sientan acurrucados en sus sillones los temblorosos consejeros del burguermeinster, se pone en jarras ante ellos, y sin descubrirse, a voz en grito, exige alojamiento en las casas de la ciudad  para que puedan pernoctar cómodamente las tropas y los oficiales de Su Católica Majestad, el Rey nuestro Señor, que están a punto de llegar.

Sin añadir una palabra más, el heraldo se descubre , hace una burlona reverencia al Consistorio, y desaparece.

Así comienza la divertida comedia francesa de Louis Jouvet, "La kermesse heroica", que recordé hace unos días, en cierto momento de los discursos de la ceremonia de investidura del nuevo Presidente en el Congreso de los Diputados.

Llamado a la tribuna  de oradores el representante de la rama política de ETA, Sr. Antigüedad, éste tuvo a bien enfundarse con rapidez su saco como dicen los mexicanos, sobre la camisa roja garibaldina, abierta y sin corbata, en deferencia quizás, a tan selecto auditorio, e inició su discurso de perdonavidas en medio de un silencio sepulcral.

Muy en su papel, el garibaldino cuyo nombre es el de una villa burgalesa, lo cual denota su origen maketo, dirigió sus poco ocultas  advertencias al aún candidato a la Presidencia del Gobierno, añadió unas gotas de lírica euskalerríaca a su discurso y concluyó que no le votaría por considerarle representante,  de a una potencia extranjera. Dicho lo cual, saludó con una cabezazo al Presidente de la Cámara,  y se sentó en su escaño al tiempo que recibía las cálidas felicitaciones de sus compañeros esuskalerríacos. 

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Glorias artísticas



Ciertas aberraciones del Arte moderno en su expresión pictórica son, en mi opinión, con la que no pretendo convencer a nadie, Dios me libre, una consecuencia del espanto  originado por las sangrientas batallas de la Primera Guerra Mundial. Esto no quiere decir que diez años antes, no tuvieran lugar en círculos minoritarios de las vanguardias artísticas, alguna que otra "salida de tono".

No obstante, hablando en términos generales, no puedo creer, por ejemplo que la exhibición de una cerámica sanitaria fabricada en serie, se haya considerado, en su momento, como un objeto artístico digno de contemplación, sin la existencia de un previo clima "rompedor", generado por aquel delirio bélico europeo.

Hoy día gozamos en España con la presencia de dos ó tres epígonos de aquellos vanguardistas de los años veinte y treinta, como los pintores Antonio Tápies ó Miquel Barceló. 

El informalismo de ambos artistas hizo mella en el previo vacío estético del Presidente Zapatero, quien quedó fulminado ante la visión de sus obras. Zapatero no sólo decoró compulsivamente el Palacio de la Moncloa con las obras de Tápies, como tuvimos ocasió de ver numerosas veces por Tv, sino que se constituyó en el dadivoso mecenas de Barceló, cuando decoró con pintura plástica de diversos colores la bóveda de 1.400 metros cuadrados, de una sala del Palacio de las Naciones de Ginebra. Barceló lanzó, sirviéndose de un compresor, 35.000 kg de pintura hacia dicha bóveda, obteniendo miles de estalactitas multicolores, de las cuales unas obececían a la ley de la gravedad, y otras la ignoraban.

Precisamente, una de las últimas disposiciones de Zapatero, cuatro días antes de abandoner la Moncloa, ha consistido en el envío de 2.3 mill. de euros a Barceló, para restañar las zonas de la bóveda, cuyas estalactitas, habían obedecido, en el ínterin, a la citada ley.

Probablemente el tiempo acelerará  el proceso, facilitado por el calor de las lámparas que iluminan perimetralmente la pintura, disminuyendo su índice de adherencia . Y al final, permanecerá tan sólo la placa metálica, a la entrada de la sala, donde se recuerda al visitante, que la obra de Barceló fué realizada gracias al mecenazgo de un tal Sr.Rodriguez Zapatero, promotor de la "Alianza de las Civilizaciones", hasta que con la bóveda en estado lastimoso, los servicios de limpieza del Palacio retiren también la placa. Sic transit.   

jueves, 15 de diciembre de 2011

Don Baltasar

Tribunal Constitucional. Madrid


Un presentador de TV enumeraba, hace un par de días, las causas pendientes  que tiene ante el Tribunal Supremo el antiguo magistrado de la Audiencia Nacional, don Basaltar Garzón, ex-Juez estrella, ególatra donde los haya y marrullero judicial capaz  de obtener sin tasa eximentes y agravantes  en abundancia, que llevarse a los expedientes, capaz de aprovechar cualquier resquicio de los entresijos procedimentales para escurrirse sinuosamente, y dejar a los togados con el legajo entre las manos, mirándose unos a otros, sin saber a qué carta quedarse.

El caso es que el presentador, refiriéndose a una de las causas con las que los Jueces del Tribunal quieren inmovilizar  a don Baltasar, mencionó lo que se ha convertido en los últimos tiempos en una frase hecha: "los crímenes del fraquismo", pronunciada sin entonación ninguna, como podría haberse referido al "anticiclón de las Azores", de una manera totalmente neutra. Así es como nacen y crecen los mitos de la Historia: difundiéndose con dos palabras autoexplicativas, sin argumentos adicionales, para ser directamente tragados por las masas.

Don Baltasar llamó en su momento la atención del mundo judicial, exigiendo a todos los juzgados de España, los certificados de defunción  de todos los Jefes y Generales  de las promociones que intervinieron en la guerra civil  para empapelarles, pidiendo además a todos los párrocos, de las cinco o seis mil parroquias españolas, relación circunstanciada de los sepelios efectuados en los cementerios corespondientes bajo su jurisdicción, cuando se trataba de muertes violentas desde 1936 a 1975, ambos años incluídos. Seguramente alguien, ante la cantidad de papel que ingresaba diariamente en el despacho de don Baltasar, habría que verlo,  dió aviso a las autoridades competentes de la Magistratura y quizás de la Psiquiatría Nacional,  y allí se acabó la función de fuegos artificiales baltasarina.

Por el momento mientras recusa uno tras otro a los jueces que pretenden juzgarle, y ya van diez, don Baltasar sigue peleando denonadamente, sin descanso,  con sus últimos enemigos, mientras recoge datos para su próximo libro.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Políticos a estrenar



A partir de ayer, las carencias intelectuales del cuasi ex-Presidente ZP, comenzaron a dar sus frutos. Cuatro o cinco sujetos malencarados, mal peinados, mal afeitados, cubiertas sus carnes con camisetas y vaqueros y otro medio presentable, portador de una corbata celeste extraordinariamente visible, ocuparon sus asientos en el Congreso de los Diputados, como representantes de Amaiur (ETA) votados por la base sociológica del terrorismo que conocemos por la TV, siempre detrás de una pancarta con el puño levantado y el ceño fruncido.

El que hacía el papel de portavoz del los seis, pidió a la Presidencia provisional de la Cámara, grupo parlamentario propio, dejando en el aire una amenaza inconclusa: "porque si no..." 

Esto del grupo propio tiene un interés particular para los partidos minoritarios, pues permite a los portavoces de los mismos, junto a los dos de los partidos mayoritarios, popular y socialista, conocer secretos de Estado, y aquí tenemos a ETA, gracias a la  "capacidad  negociadora" del asombro de la política occidental, el Sr Rodriguez, enterándose con fruición de las operaciones realizadas, o futuras, de la Guardia Civil  y de la Policía Nacional, de sus despliegues, de las estrategias adoptadas por las fuerzas armadas, de sus carencias y debilidades, de los detalles de los movimientos diplomáticos, una vez que desaparezcan los Moratinos y las Jiménez para escribir sus memorias, y las actividades de nuestros sagaces espías del Cesid con que cuenta la seguridad del Estado. 

Los de Amaiur, al prometer defender la Constitución con todas sus fuerzas, añadieron de su cosecha las palabras "por imperativo legal" es decir, obligados por las circunstancias, y más tarde sintiéndose dueños de la situación añadieron una frase en vascuence para aclarar las cosas a sus compañeros de Cámara.

Con estos desplantes consentidos por la Presidencia del Congreso, añadidos a los de los comunistas, deseosos tambien de tener grupo propio y de enterarse de los secretos de Estado, para "sentirse en la pomada", terminó la sesión. Son igual que muchachos perversos. 

lunes, 12 de diciembre de 2011

Números




Esta mañana hemos ido Josefina y yo al Centro de Salud de la Seguridad Social de la villa de San Juan. Teníamos nuestra cita con el doctor a las 12,36. Cada paciente atendido resultaba inmediatamente reemplazado por otros dos, llegados "de refresco". Así  que tuve tiempo de explicar a Josefina mi teoría sobre el funcionamiento del sistema.

De acuerdo con esta teoría, la cantidad total de pacientes diarios vistos por cada doctor, y determinada por el ordenador, al que accede desde una terminal el empleado receptor de las peticionas de los asegurados, tendría un límite máximo, es de suponer. El ordenador dividiría la cantidad total diaria del tiempo, valorada en minutos, que los doctores están obligados a dedicar a su consulta, por la cantidad total de pacientes, previamente asignados cada día a cada consulta. El resultado de esta división,  aunque también desconocido, daría lugar a que los pacientes tuvieran asignadas unas horas de consulta extrañas por su precisión germánica, "bizarras" las llamaría don Santiago Ramón y Cajal, de conocerlas, como 11,38 ó bien, 12,43. etc.

No obstante, lo normal es que la atención a cada paciente sobrepase con facilidad en 50 o 100%  la cantidad de minutos teóricos  concedida por la máquina,  lo cual hace que la jornada del médico pueda ser interminable, en tanto los pacientes que esperan, vean cómo transcurren "bloques" de sesenta minutos  a partir de la hora prevista por el ordenador, posiblemente perteneciente a la última generación  conocida en el mundo de la electrónica.

La misma "estrategia" aplicada a las consultas quirúrgicas daría lugar a listas de espera de meses o de años.

Imagino a la señora Pajín, eximia Ministra de Sanidad que felizmante nos abandona en fecha próxina, haciéndose explicar estas cosas, sin entender absolutamente nada, la pobre.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Contrastes artísticos


Cuando en una conversación sale a relucir el Museo del Prado, todos, ó casi todos, se  acuerdan de las espléndidas colecciones de Velázquez y de Goya, que conserva la hemeroteca  española, una de las tres o cuatro mejores del Mundo, dicho sea con toda modestia.

Pocos serán los que paren mientes en el espléndido edificio neoclásico del Museo, proyectado por el arquitecto Villanueva en el siglo XVIII, y en el entorno, inluído el Museo que conserva la Colección Thyssen, poblado con soberbios ejemplares de cedros, acacias y plátanos centenarios, a uno de los cuales se encadenó, cuidando mucho la estética, la Baronesa Thyssen administradora de la citada Colección, para evitar su derribo, exigido por los proyectos urbanísticos y arboricidas del insaciable y megalónamo burgermeister madrileño.

Por el contrario, cuado se trata del Museo Guggenheim de Bilbao, su recuerdo va asociado siempre y sin remedio, a la evocación de un amasijo disforme de chartarra, que de lejos, puede recordar a un caballero medieval  derribado en Azincourt o en un lugar semejante. De las colecciones conservadas en el interior del Museo nadie dice nada. Al salir  de nuestra única y última visita al Museo, Josefina y yo no pudimos evitar nuestra perplejidad , allí vimos unos cantos rodados en el suelo de una sala, dispuestos en círculo; un caimán disecado sujeto a una pared, camisetas juveniles adheridas en otra, planchas metálicas de tres metros de altura puestas en paralelo para permitir al visitante discurrir libremente entre ellas, unas cuantas sillas valencianas pegadas unas a otras, así como un grupo de bombonas de butano. A una adusta vigilante veinteañera, le pregunté si nadie había hecho alguna observación sobre la extraordinaria  exhibición dispuesta por la dirección del Museo. Me contestó acentuando su adustez que ella no estaba allí para hacer valoraciones artísticas.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Consortes


Palacio Real, Madrid

Diez años depués de la renuncia al trono, de Alfonso XIII, en 1931, recuerdo haber visto, incluída en los letreros de algún comercio en la calle Mayor de Madrid, la frase escrita en caracteres dorados con caligrafía inglesa: "Proveedores de la Real Casa", que prestaba entonces a la tienda en cuestión un marchamo de clase, muy evocador para los nostálgicos del Antiguo Régimen.

No sé si aquellos mismos anuncios eran los que habían aguantado los desastres de la década anterior, o eran copias de los antiguos. No obstante el paso del tiempo hizo desaparecer también los letreros repuestos, si fue éste el caso. Entre otras cosas porque la Casa Real reinstaurada se negó a utilizar la parafernalia monárquica de los viejos tiempos, incluídas las Casas Militar y Civil del Rey,  una corte palaciega y los viajes de los servidores de Palacio en berlina a los comercios madrileños, para adquirir artículos que después serían consumidos por sus señoritos. 

En consonancia con las nuevas costumbres, las hijas de los Reyes eligieron a sus parejas haciendo caso omiso de rancios protocolos y tradiciones, y aunque no sea posible aducir una relación causal directa entre estas elecciones libres y sus resultados finales, lo cierto es que hoy nos encontramos con un ex de la Infanta Elena, aficionado a las bufandas de piel de zorro, a los chalecos estampados con paramecios y a los pantalones verdes, exhibiéndose entre el público asistente a los desfiles de modelos en las pasarelas  de la Rue Saint Honoré y de los Champs Élysées de París, así como al marido de la Infanta Cristina, protagonista de informaciones periodísticas basadas en las filtraciones diarias del sumario de un Juzgado de Palma de Mallorca dizque secreto, asociándole en calidad de beneficiario, con  facturas millonarias llegadas a sus empresas desde entidades públicas, haciendo sufrir a la gente corriente que no se lo merece, entre ellos a su Sr suegro. Para mí, un auténtico desastre.  

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Notas de Sociedad



Ayer, 6 de Diciembre, celebramos el día de la Constitución de 1978, en casi toda España. El Salón de los Pasos Perdidos de las Cortes Españoles se hallaba repleto de Diputados y Senadores de la nueva y de la anterior legislaturas, así como algunos de las anteriores, de tal manera que la reunión semejaba, por lo nutrido un andén de cualquier estación del metro en hora punta.

Vimos allí al señor Peces Barba colaborador necesario en  la introducción de ETA en el Congreso, del que fué antiguo Presidente, un tanto fofo ya; anotamos la presencia del antiguo Comisario de Orden Público en el Madrid "de Corte a checa", sr Carrillo, capaz aún de mantenerse en pié, si bien un tanto amojamado a los 96 años cumplidos, identificamos a la Carme Chacón  portadora de un vestido rojo de lamé sin mangas, de longitud desconocida  dado el número de asistentes, quien se hizo notar tras un micrófono, sin mirar hacia el lado donde se hallaba el sr. Rubalcaba, mohíno por abandonar necesariamente en fecha próxima, el sistema de escuchas telefónicas; asimismo notamos la presencia de la sra Jiménez, de negro, cuya desenvoltura y sacudidas de melena habituales quedaron dificultadas por la falta de espacio, si bien no perdió su sonrisa  profidén; por un momento atisbamos al sr Cayo Lara sin corbata, diputado de Izquierda Unida (comunista) y rojo de pata negra que lanzó su exabrupto del día, leído ante los micrófonos y  ausentándose a continuación para lograr adeptos entre los perroflautas que sobrenadan estos días en las calles de Madrid; finalmente, entre los centeneres de personas que abarrotaban el Salon, pudimos observar el perfil inconfundible del sr Pepiño blanco que vagaba de un lado a otro con dificultad sin encontrar  ningún interlocutor ni válido ni inválido, y no citamos más personalidades por no hacer interminable la relación.

Todos pudieron apreciar que faltaban los hombres más conspicuos  de Cataluña y del Pais Vasco, siempre muy suyos, cuyas reivindicaciones, digan lo que digan, resultan cansinas y agobiantes pues son ya dos generacionas de políticos pedigüeños siempre con la mano tendida. 

El Presidente del Congreso, sr Bono, llegado su momento pidió silencio a la asistencia y leyó un azucarado discurso en alabanza y loa de su Jefe de Partido, el sr Zapatero, para quien auguró muchas páginas de la Historia "de este país" cantando sus excelencias y virtudes inmarcesibles, etc.

Una vez concluída la ceremonia, esperaba al cuasi ex- Presidente  Zapatero, a quince o veinte metros de la salida, una multitud de asociaciones y agrupaciones agraviadas durante estos años, cuyos componentes  silbaron, increparon y abuchearon al leonés todo lo que pudieron, disconformes con la edulcorada apreciación efectuada por el melifluo manchego Bono,  quien, por cierto, se dispone, dadas sus virtudes tan , conocidas por todos,  a solicitar del nuevo gobierno, la plaza de embajador ante el Vaticano   

martes, 6 de diciembre de 2011

Tal como fuimos


Hubo un tiempo en el cual los españoles pensábamos de nosotros mismos, ser gente sobria y frugal, poco dada a los excesos. De niño creía que este tópico elogioso nos identificaba a la perfección con los caudillos celtibéricos Indívil y Mandonio enfrentados, sin recursos, en defensa de su patria, con las poderosas potencias cartaginesa primero, y romana después. Había visto, no sé dónde, una escultura de ambos héroes y se conoce que me impresionó  su gesto decidido y sacrificado en defensa de tan noble causa.

Algún tiempo después, en posesión de un espíritu crítico más desarrollado, ví en aquel estereotipo  una especie de escape  que nos permitía hacer de la necesidad, virtud. Pasados los años, entendí que los servicios de propaganda, entonces muy activos, habían dado con un eslógan adecuado para el consumo de la gente común, como contrapeso de la penuria ambiental que nos rodeaba. 

A propósito de tal penuria y de la frugalidad española de la época, he conservado en la memoria, con todo detalle, la imagen del almuerzo de un sólo viajero en un compartimento de tercera clase, de un tren que cruzaba la Península a 40 km/h, compartimento ocupado además por otros nueve viajeros, quienes, de reojo, no perdían detalle de los movimientos del afortunado comensal.

El buen hombre había colocado el hatillo correspondiente, sobre sus rodillas, deshecho su nudo y alisada "in situ" la servilleta a cuadros, dejando ver un cuarto de hogaza campesina sobre  la tartera ocupada por una soberbia tortilla de patata y chorizo, bajo la cual yacían dos o tres filetes de ternera empanados. Hecha la pregunta ritual ¿ustedes gustan? y oídas las desmayadas gracias por el ofrecimiento de los sometidos al suplicio de Tántalo, ocupados en deglutir su propia saliva pavloniana, iniciaba el condumio, ilustrado de vez en cuando, con un tiento a la bota.

Nuestro paso por el Euro y por un bienestar ficticio que no se corresponde  con el esfuerzo realizado para conseguirlo, además de la renuencia a abandonar la práctica de los "puentes",  me hacen pensar si no nos veremos abocados otra vez nosotros, los  en  otros tiempos, tan  frugales, a "almorzar" mirando a hurtadillas al feliz mortal de la tortilla. 

lunes, 5 de diciembre de 2011

La deriva zapateril


Tumba de Napoleón
La compulsión visceral del Presidente en funciones, destinada a  destruir o desnaturalizar el Monumento a los combatientes en uno y otro frente de la guerra civil, se  hace presente con frecuencia, en boca de sus compañeros de nosocomio, con los mensajes más disparatados.

El sábado pasado oí a tres periodistas presentes en una tertulia de la cadena de  TV que vemos habitualmente, hallarse conformes  con la exhumación de los restos del General Franco  y su traslado a otra parte, sin pensar en las dificultades administrativas y judiciales del asunto. Parece como si la ideología de esta gente, obturara por completo su capacidad de razonar, pues no les importan los sentimientos heridos de muchos y el rechazo que produce en otros, la obligada convivencia con semejantes asaltantes de mastabas. Porque no quiero ni pensar en los pequeños monstruos que puedan albergar alguna satisfacción si se produjera la iniquidad. .

El caso, que prometo no tratar más en los días venideros para no obsesionarme, hace evidente la sensibilidad de los franceses frente a "su tumba", la de Napoleón el Grande. Aunque la historia de Bonaparte es conocida por todos, me permito resumirla, por si alguno no  recuerda ciertos detalles.

 Fué nombrado Cónsul en 1802, una vez que los franceses se hartaron de las actividades de la guillotina,  tras el Golpe del 18 de Brumario. Poco después se convirtió en Cónsul Vitalicio y a los dos años dió el paso definitivo, transformándose en Emperador, se entiende, todos estos cambios estuvieron avalados por los correspondientes plebiscitos, de carácter puramente cosmético. Su dictadura, se apoyó como todas, en la censura de prensa, el aliento sistemático de la delación y en un aparato policial capaz de oir crecer la yerba, dirigido por el famoso Fouchè, un notorio intrigante de mucho cuidado.

El Emperador puso Europa a sus pies, y la sembró de tumbas de jóvenes franceses desde el Sur de España hasta Moscú. No obstante, una vez fallecido en la isla de Santa Helena, prisionero de los ingleses, sus restos fueron inhumados con gran pompa y circunstancia, en los Inválidos de París, donde permanecen desde entonces, respetados por todos.

Entre nosotros, la manía vesánica de abrir tumbas puesta de manifiesto por Zapatero, hace dudar que esté en sus cabales y  permite pensar que vive en una atmósfera tétrica y gótica como la de una película "de miedo" de los años treinta, cuando trabajaba un tal Boris Karloff. 


     

sábado, 3 de diciembre de 2011

Conspiraciones



La manipulación de la opinión pública, siempre presente en todo tiempo y lugar, como es bien sabido, se muestra especialmente activa cuando están en peligro los intereses directos de los manipuladores. Entonces, la actividad manipuladora se convierte en torrencial, y los pobres diablos manipulados estamos ya perfectamente macerados para decir sí a cualquier tontería brindada como explicación por los poderes públicos omniscientes.

Nuestro último caso de manipulación se refirió a doce ó catorce musulmanes, quienes decidieron "inmolarse" para no caer en manos de la policía, según se apresuraron a relatarnos, con pelos y señales, las fuentes habituales, colgando a tales individuos, ya silentes, la autoría del atentado a los trenes de Atocha.

Al otro lado del Atlántico tenemos a los norteamericanos ocupados, ciento cuarenta y seis años después del asesinato del Presidente Lincoln, tratando de entender tantos aspectos del crimen sin aclarar, puestos de actualidad por una película recién estrenada (1). En este caso, y en el plazo de pocas horas la policía fué capaz de encerrar a todos los cómplices del asesino Booth, siguiendo unos rastros tan ostensibles y llamativos, como los copiados aquí por los humoristas inventores de la bolsa de Vallecas ó de la furgoneta Renault Kangoo. Unos genios.

En los EE.UU. las autoridades colgaron, además de tres individuos destinados al patíbulo desde el principio de la conspiración, a una mujer, la señora Surrat, tan culpable como el único condenado a 32.000 años de prisión, creo recordar , por el asunto de los trenes.

Mientras los verdaderos culpables de la muerte del Presidente Lincoln, cuyos nombres se desconocen, pertenecientes a la fracción extremista de  su propio partido, llevan enterrados más de cien años, aquí los culpables de la masacre de Atocha se mueven entre nosotros con toda naturalidad. Los sinvergüenzas. Por cierto sus beneficiados se van uno de estos días, ya era hora.


(1)" La conspiración" de R.Redford    

viernes, 2 de diciembre de 2011

Tenebrosidades


¡Cómo está el patio nacional! Llegados a las postrimerías de la segunda legislatura  desde que se inició en   2004 el periodo socialista , algunos políticos de esta obediencia, antes de  ceder el disfrute  de su canonjía,  quieren dejar testimonio de su paso por el poder confiando cargos ó puestos  a  ciertos aprendices allegados y, si puede ser, inmortalizarse en el recuerdo del contribuyente mediante la concesión de subvenciones a los amigos. Otros, más precavidos, o enfrentados a un incierto futuro judicial, prefieren pasar desapercibidos en la vorágine de los acontecimientos. La lista de los réprobos que han desempeñado sinecuras importantes crece cada semana y, en un discreto silencio, se dedican a preparar su defensa  con los abogados picapleitos para salvar al menos los muebles. 

Ciertos observadores insaciables, siempre detrás de las exclusivas o de las  indiscreciones de los políticos, instan al Presidente electo para que les adelante con todo detalle sus planes salvadores de la Patria  y les permita conocer la lista de los nuevos Ministros, sobre los que especular escarbando en sus biografías. Y a todo esto, ni un sólo economista grande ó pequeño, profesional o aficionado, deja de amargarnos la vida, haciéndonos saber los puntos esenciales de la maltrecha Economía en los que será preciso poner manos a la obra sin  el más mínimo retraso, si no queremos perecer como nación en algún negro abismo sin fondo.

Puntualmente nos recuerdan el número de parados y cómo aumenta angustiosamente cada día, al tiempo que una cantidad equivalente de trabajadores deja de cotizar a la seguridad social, fuente o manantial  de nuestras magras pensiones.

En este río revuelto hallan sus ganacias las pirañas independentistas que obtienen beneficios político-económicos arañando, aquí y allá, migajas de la mole estatal semi-inconsciente o bien dejan oir sus ocurrentes insolencias que siempre quedarán impunes.

Algunas voces se elevan sobre el guirigay general, proponiendo una salida rápida a todos los problemas, mediante nuestra renuncia al euro, sin más, por las buenas. Son los nostálgicos de la peseta y de  cualquier tiempo pasado. Mejor o peor fundadas sus teorías  todos exponen sus recetas salvíficas, en tanto las masas de profesores  pertenecientes al sistema educativo de las Autonomías, dan rienda suelta a sus frustaciones  escudados en agravios laborales inexistentes.

Un conocido espíritu adolescente, inconsistente e inconsciente, ve en esta situación el marco idóneo para que  sus ocurrencias pasen a la Historia: el Presidente saliente pretende dejar al entrante el encargo, avalado por la correspondiente comisión de "expertos", de desenterrar al General Franco de su tumba actual, para llevarle a cualquier otro sitio en tanto que a  él, le da la risa detrás de una puerta.