visitas

jueves, 2 de junio de 2011

La muralla idiomática. Recuerdos (37)



Durante las vacaciones de verano, en el curso de algunos años seguidos, fuimos a Francia, de camping en camping, un poco al azar, aunque fijando previamente en el mapa Michelín, la ruta de cada día. Estos viajes comenzaron, creo recordar, en 1972, cuando compramos el Renault R-12, que superaba en un tercio la capacidad y la potencia de su predecesor, un voluntarioso 4L, estéticamente rechazado siempre por Josefina, con un estremecimiento de horror como si fuera un pequeño monstruo.

Recuerdo algunas de aquellas vacaciones por anécdotas que no puedo asegurar si pertenecen a un viaje determinado. Quizás nos pondríamos de acuerdo sobre el asunto, si celebráramos una cumbre familiar.

En cierta ocasión estábamos los ocho en torno a una mesa en un restaurante de Foix, dispuestos a cenar. La camarera impasible esperaba pacientemente nuestros pedidos, bolígrafo en mano sobre un cuadernillo, y oía en silencio nuestra conversación sobre lo que apetecía a cada uno, y mis consejos de no comer mucho para cenar, por motivos de salud. Dos o tres habíais pedido ya tortilla francesa, cosa que me pareció muy bien, porque yo me inclinada en secreto por el plato único, tanto por su facilidad de traducción, como porque en aquella época al no existír aún las tarjetas de crédito, cualquier alegría gastronómica era desaconsejable, dada su repercusión inmediata en la cartera de Josefina, depositaria y guardián de la bolsa común del viaje.

En un momento determinado la secuencia de peticiones de tortillas francesas se interrumpió.Creo que fué Luis quien dijo alto y claro : “Yo, huevos revueltos”. “Hombre, Luis”, le contesté, “No nos compliques la vida a efectos idiomáticos. ¿Cómo digo yo en francés revueltos”?

Entonces la camarera rompió su silencio y dijo con una voz neutra, sin acento: “pues revueltos”.

6 comentarios:

  1. esto debe de ser de 1982, en el 81 fuistéis a italia, y yo no estaba en esta anécdota que yo había oído contar. De todas formas en alguna cumbre familiar lo podemos dilucidar, esta es mi aportación

    ResponderEliminar
  2. Luis Ferreiro Villanueva6 de agosto de 2011, 23:52

    Me acuerdo como si hubiese ocurrido ayer; incluso puedo afirmar que el camping era un campo de Rugby.Estaba tan impresionado que ,por eso debí de pedir ,los huevos revueltos.Gracias.Un besazo

    ResponderEliminar
  3. Qué recuerdo más bonito. Gracias papá. Fíjate que lo que yo recordaba es que tú mismo dijiste que nos pusiéramos de acuerdo todos con huevos fritos porque no querías liarte demasiado con la petición. En ese momento la camarera declaró su españolidad. Recuerdo los viajes aquellos con mucho cariño. Un fuerte abrazo a todos. Beatriz

    ResponderEliminar
  4. Creo que fué el mismo año de aquella suculenta merienda que consumimos: crêpes translúcidos, casi inconsútiles, uno por barba. Una merienda fastuosa, al pie del castillo de doña Germana de Foix.

    ResponderEliminar
  5. Yo de los huevos no me acuerdo, pero…..¡Qué maravilla de crepes!!!
    Y tanto…¡Qué recuerdos tan entrañables!!!


    Y de unas baguetes deliciosas que comprábamos recién hechas que al llegar al camping ya se habían terminado, pellizco a pellizco…
    Y de mamá pidiendo ” foi gras” y la señora de la charcutería que ni caso, ” oyes”, que ni idea de lo que pedíamos, ¡Con lo claro que estaba!!

    ResponderEliminar
  6. Yo también me acuerdo como si hubiese ocurrido ayer. Y creo que fue anterior al año que indica Cristina, y que estábamos todos. El primer año que nos fuimos de cámping con dos tiendas de campaña, en Perpignan.
    ¡qué de recuerdos!
    Besos.

    ResponderEliminar