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miércoles, 29 de junio de 2011

El lío de las palabras




Nuestro nieto Luis Ferreiro Muñoz creyó, durante una breve etapa de su vida, mientras frecuentaba la guardería, que todos los niños negros se llamaban José Antonio, porque un compañero suyo de la guarde, de raza negra, tenía este nombre.
Aquella fué la aplicación de una lógica incipiente a la realidad de su mundo, que Luis modificaría ó rectificaría pronto, sin dificultad, en su segunda etapa académica, cumplidos ya los tres años.
No obstante, otras criaturas, pese a ser más creciditas que lo era Luis entonces, utilizan hoy involuntariamente, como subterfugio, un mecanismo infantil semejante al de Luis para la interpretación del mundo propio en que viven.
Para explicar lo que sigue, es preciso apuntar cómo, en su retórica, los independentistas vascos utilizan palabras con un sentido distinto al habitual que les sirve para pasar la aduana de la propia conciencia, con toda tranquilidad.
La magistrada, Sra. Murillo, ocupada en juzgar estos días a diez ó doce acusados de resucitar la organización terrorista Batasuna (así identificada por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo) no pudo contenerse, pese a las presiones políticas de los socialistas gubernamentales, ante una de las jóvenes acusadas, que abusaba de tiquismiquis dialecticos y le preguntó:
“dígame, un tiro en la nuca, ¿es violencia política?” La acusada careció de reflejos gramaticales y se perdió en los meandros mentales que han constituído la base de su educación “abertzale” desde su más tierna infancia, y no supo explicar el significado engañoso del aditamento a la palabra que es la verdadera razón de su existencia como independentista, tanto la de ella como la de todos de su calaña. Por cierto, la chica, guapita y estilosa, para que te fíes.




Foto: La magistrada Ángela Murillo

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