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jueves, 24 de julio de 2014

Vuelta al pasado

Teatro romano de Mérida (antigua Emerita Augusta)
La Roma Republicana borró del mapa a Cartago, su incómoda enemiga del entorno del Mare Nostrum, (siglos III y II a.d.C.) mediante las guerras púnicas. A continuación, como Roma tenía las arcas del Estado repleta de sextercios, decidió invertir tal exceso en la conquista de los trigales y las minas de oro, de la que más tarde se llamaría Hispania,  Provincia del Imperio, iniciando una lucha, prolongada durante doscientos años (siglos II y I a.d.C.)

Tal lentitud resultó a la postre beneficiosa para los pueblos conquistados, tanto iberos (turdetanos,oretanos, contestanos, etc) como celtas (arevacos, vetones, vaceos, etc) porque una vez pacificada la Península ( los vascones habían sido abandonados a su suerte, dejados por imposibles) todos hablaban el mismo idioma (latin) si bien caracterizado en cada caso por las distintas variantes locales o regionales propias de los diferentes sustratos lingüísticos, sobre los que "descansó" el idioma del Imperio. Lo cual permitió .la "occidentalización" de Hispania, representada por la legislación romana plenamente aceptada y la cristianización.

El elemento visigótico, relativamente poco numeroso, "heredero" de Hispania, una vez caído el Imperio Romano (s V) se fundió en la desgracia con la mayoría hispano-romana, desde las primeras etapas de la lucha  contra los musulmanes invasores (s VIII) iniciada en las montañas del Norte, cantábricas y pirenaicas.

Al término de la Reconquista (s XV), habían surgido del latín hispano-romano cuatro lenguas romances: el gallego, el catalán, con su variante valenciana, considerada independiente por algunos, y el castellano.

Por razones político-geográficas y lingüísticas el cuarto idioma resultó ser el más extendido, hablado y escrito (la primera gramática castellana debida al maestro Nebrija de Alcalá de Henares, había sido publicada el mismo siglo XV)

La paulatina decadencia del antiguo poderío español (s XVI y XVII) iniciada a mediados de este último siglo, ha propiciado que la unión de Castilla y Aragón (s XV), posterior a la de Aragón y Cataluña (S XII), fuera denunciada por ésta última cuando comenzamos el s XXI, desafío basado precisamente, entre otros más o menos fantásticos, en "el hecho diferencial idiomático."

Este ciego desafío catalán que se extiende hacia el Sur peninsular por el antiguo reino de Valencia, está rompiendo hoy día barreras morales nunca traspasadas. Según una advertencia escrita, hecha al personal auxiliar sanitario del Hospital Universitario de Elche, no se atenderán llamadas telefónicas (de auxilio) si no son hechas en idioma catalán o en valenciano a partir de una hora determinada del día. Es decir, alguien pretende volver a siglos pasados, antes de nuestra incorporación al mundo occidental.  
  

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