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lunes, 21 de julio de 2014

Gran Bretaña se enfada

Salida de Gibraltar, de 3 a 5 horas de retraso
Las esferas británicas del poder se han irritado y temblado de indignación mal contenida, ante  la conducta inclasificable  según las mismas esferas, de un guardacostas español, el cual ha osado  dirigirse a un mercante cretense y a otro de las Bahamas, situados al pairo, a levante del Peñón de Gibraltar,  invitándoles a dejar aquellas aguas, para permitir el  paso franco por el Estrecho al resto de las flotas mundiales, incluida la británica, naturalmente

Ahora bien, el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido dice que ambos mercantes se hallaban en aguas internacionales. Entonces, se pregunta cualquier observador, a santo de qué se indigna dicho Ministerio. Parecen celos mal reprimidos.

Hace unos meses, las mismas esferas pidieron al mundo en general y a la Unión Europea en particular que fueran testigo de las sevicias infligidas por la  Guardia fronteriza española a los súbditos gibraltareños de su Majestad la Reina, a quienes registraban, vaya usted a saber con qué propósito y  oficialmente con la finalidad de impedir el paso subrepticio de tabaco a la Península. Como quiera que sea parece oportuno preguntar ¿se imaginan ustedes a un comandante de la flota surta en el puerto de Gibraltar, sometido en el Istmo a un registro, por un guardia civil surgido del Romancero Gitano de García Lorca, oliendo muy probablemente a gazpacho y ajo?

¿Para esto enviamos  a Gibraltar el año pasado una elegante corbeta, en un gesto un poco demodé, pero se supone significativo, que para un país como España debería haber sido más que suficiente, dada la importancia de la Navy? ¡Esto no hay quien lo aguante!       

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