Fachada Universidad Alcalá de Henares |
Describe Quevedo (1580-1645) en su novela "El Buscón", las novatadas que sufrían los estudiantes de primer curso en la Universidad de Alcalá de Henares, al atravesar el claustro de la docta casa entre todos sus compañeros veteranos y las capas de los recién llegados terminaban el trayecto cual no digan dueñas.
Un trato vejatorio semejante al de los novatos quevedescos experimentaron cierta mañana de 2011 los parlamentarios catalanes cuando intentaron acceder al Parlamento regional en Barcelona. Todos los españoles fuimos testigos, gracias a la TV, del maltrato a manos, o más exactamente gargantas, de unos cuantos exaltados y sobre todo exaltadas, que descargaban su rencor, improperios y fluídos laringo-traqueales, sobre los ternos impolutos de los parlamentarios en cuestión.
Los Magistrados encargados del caso, tras detenidas disquisiciones (propias del doctor Tirteafuera asesor gastronómico del Gobernador de la Ínsula Barataria, Sancho Panza) prolongadas durante tres años, han emitido hace un par de días su sentencia, una joya de la jurisprudencia, oiga. En tal documento exoneran a docena y media de acusados por la Policía, la cual les había fotografiado en plena acción, definida en la sentencia de nuestros solones como "ejercicio de la libertad de expresión" de los manifestantes.
En cuanto a las fotos policiales fueron rechazadas como pruebas por los mismos Magistrados (Sr. Valcarcel y Sra. Fernandez) por "constituir un atentado a la intimidad de los regurgitadores", se entiende en plena regurgitación.
Al común de los contribuyentes, contar con Magistrados tan meticulosos y sagaces, como Valcarcel y Fernandez, nos llena de orgullo y satisfacción y nos produce una inmensa tranquilidad. Estamos en buenas manos.
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