La revolución rusa de 1917 debió encandilar en España a ciertos ciudadanos de un talante revolucionario poco definido, proporcionándoles una especie de base científica a sus hervores y sofocos anímicos, en pugna siempre con el Código Penal.
Esto es lo que ha intentado explicar, durante los años más recientes, con sus asaltos a supermercados y la ocupación testimonial de fincas, privadas o públicas, el alcalde de Marinaleda (Sevilla), un tal Gordillo, distribuidor de la riqueza ajena, del cual me he ocupado en alguna otra ocasión
Y es también lo que promete a sus votantes, en su constante indagación por ampliar el concepto de derechos humanos, el joven profesor y demagogo de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Iglesias quien ha prometido 600 euros mensuales a todo y cada uno de los ciudadanos españoles (47 mill) por el mero hecho de serlo. (Sírvanse calcular mis queridos lectores, si gustan, las cantidades anuales de billones de euros que la propuesta del distinguido y enteco profesor significarían para el presupuesto nacional)
Pero ha sido un ayuntamiento (Morón de La Frontera), también de la provincia de Sevilla, el que ha dado justo en el clavo, cerrando la debatida cuestión de los derechos humanos con broche de oro. El pleno del Ayuntamiento, es decir todos los ediles con su aguerrido alcalde a la cabeza, "nemine discrepante" por tanto, se ha negado a pagar su deuda (unos 30 mill. euros), para que el Estado o sea el resto de los ciudadanos, se haga cargo de la misma.
Todo lo cual demuestra cómo en este País existe gente seriamente preocupada por los asuntos económicos del procomún y, en cualquier caso, señala el nacimiento de una original escuela económica, con los rasgos que definen nuestras peculiaridades en el Orbe entero y que Adam Smith no pudo tener en cuenta al redactar su magna obra.
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