Según nuestros libros escolares, Viriato fue un pastor lusitano capaz de tener en jaque a las legiones romanas hace más de dos mil años, y solo cedió en su empeño cuando le dieron muerte sus traidores lugartenientes.
Viriato resultó ser un héroe popular, conocedor innato de la psicología de las masas, y a esta capacidad debió su éxito, porque al dirigirse a ellas sabía dónde poner el acento y arrastrarlas tras de sí.
Después de Viriato han surgido innumerables líderes populares de características parecidas en nuestra Historia, pues es uno de nuestros rasgos nacionales, tal como ocurre en la mayor parte, si no en todas, las naciones del mundo.
En nuestros días florece el, hasta ahora, último psicólogo popular de masas, se diría una versión cutre o casposa de Viriato, sin la grandeza de éste. Es el sindicalista Gordillo, autor de los citados asaltos a los supermercados sevillanos, quien lleva a los suyos, carretera adelante, por tierras andaluzas, sintiéndose un conductor de masas moderno, poniendo en un brete a los comerciantes de la Bética, allí por donde pasa y también a muchos lectores del resto del País cuando ven con asombro cómo el tal sindicalista se adueña de las páginas de los periódicos y de las pantallas de la televisión, haciendo muchas monadas ante los guardias, sin que la pesada mano de la Ley caiga sobre su hombro, y le arrastre a la fría mazmorra.
Se conoce que debemos esperar la vuelta de la playa de los severos responsables guardianes de la Ley, todavía disfrutando de sus bien ganadas vacaciones, para ver cómo toman cartas en el asunto y arreglan el tema Gordillo, antes de ocurrir algo irremediable.
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