A la derecha, la obra perpetrada por doña Cecilia |
Un biógrafo del antiguo vicepresidente del Gobierno con don Felipe González, don Alfonso Guerra, ha relatado cómo siendo éste joven dirigía con aires dictatoriales un grupo de teatro universitario, y un buen día se apagó la luz del local, durante los ensayos.
Don Alfonso era muy dado a echar en cara el mal hacer de los demás, destacando las pifias de todos y cada uno de los actores del grupo, tachándoles de aficionados, patosos e incapaces de expresarse con una dicción clara.
Cuando quedaron a oscuras paralizados por el apagón, don Alfonso preguntó impaciente si alguien entendía de corrientes alternas. Como obtuvo la callada por respuesta, don Alfonso, sin encomendarse a nadie, tras mascullar un ¡inútiles! perfectamente audible, se dirigió, dando enérgicos tropezones con enseres y personas, a un tablero situado en el fondo del escenario, dio tres o cuatro enérgicos golpes a las llaves, cables e interruptores del panel y recibió una descarga azulada que le derribó, tardando veinte minutos en recuperarse.
La situación fue más tarde salvada por un electricista profesional, y don Alfonso volvió, un tanto mohíno, a reanudar sus tareas de director artístico.
La señora Cecilia Jiménez, de Borja (Zaragoza) al igual que don Alfonso experto en chispas, se arrogó recientemente el título de restauradora pictórica. Esta señora había notado que la pintura de un Ecce Homo, pintada al fresco en una columna del templo parroquial de la ciudad, era invadida por unas notorias manchas salitrosas de humedad, y decidió poner remedio a la situación.
El resultado de la tarea llevada a cabo por doña Cecilia, ha dejado a los que han visto las fotos de la obra tomadas antes y después de la restauración, como si hubieran recibido la descarga que hace años hizo presa en el organismo del ex-vicepresidente.
Las maneras expeditivas de ambos, don Alfonso y doña Cecilia, cada uno dedicado con determinación a resolver un problema de perfiles desconocidos, constituye una manera de ser, un clásico de nuestro comportamiento. De aquí que el mundo nos admire, como lo prueban los 160 periódicos de todo el orbe que han recogido la noticia protagonizada por doña Cecilia, émula miope de su paisano aragonés don Francisco de Goya y Lucientes.
Esta señora ha sido increiblemente audaz. ¡A quién se le ocurre meterse en una empresa como esta sin tener ni idea! Saludos.
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