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miércoles, 29 de agosto de 2012

La humanización


Desde mi ignorancia casi total sobre las cuestiones en las  que el doctor Bermúdez de Castro es un científico de prestigio mundial reconocido, me gustaría incidir en la sutil diferencia que media entre la inferencia  y la especulación científica  a propósito del libro del doctor, cuyo título ("El chico de la Gran Dolina") no citaba,  por un descuido imperdonable, hace un par de días.

Debieron transcurrir, nos dice el doctor, algunos millones de años, quizás cuatro o cinco, a partir de la presencia de los homínidos sobre la superficie de la Tierra, para que uno de ellos tuviera la ocurrencia de golpear una piedra contra otra, con objeto de obtener de este segundo pedrusco un instrumento cortante. Un hecho tan simple, que hemos visto realizado en algún documental cinematográfico, por  cierta ave zancuda, para romper la recia cáscara de un enorme huevo de avestruz, constituye para los paleoantropólogos, según apunta  el Autor, la prueba de un aumento del volumen cerebral del homínido en cuestión, comparado con los correspondientes de sus predecesores, de especies ya desaparecidas. Porque la "fabricación" de una lasca de filo cortante, requeriría una previa representación mental, o la evocación de un recuerdo de alguna escena natural, tras el choque de rocas producido por causas naturales.

Dos o tres millones de años más tarde, a medida que se complicaban los trabajos destinados a producir herramientas líticas más perfeccionadas, el aparato fonador de los homínidos debió emitir los primeros sonidos articulados, más o menos inteligibles,  para "describir", como primeras transmisiones orales del pensamiento, determinados conocimientos sobre las prácticas necesarias, no asimilables mediante la simple observación.

Estos dos avances técnicos de la humanidad, expuestos como ejemplos  por el Autor, no hubieran sido posibles en ambos casos, sin las transformaciones biológicas necesarias. Y precisamente tales transformaciones y otras muchas, originadas en el transcurso del tiempo , convertidas en cambios genómicos definitivos, favorables o positivos, constituyen el núcleo de la evolución humana que el doctor Bermúdez de Castro carga en la cuenta del azar.

Por descontado que el doctor niega el proceso de la humanización como el desarrollo de un plan preestablecido. El pensamiento es libre y el doctor puede exponer en su libro lo que estime oportuno,faltaría más, si bien el recurso a una especulación como es  la presencia del azar, en un contexto científico de inferencias plausibles, suena raro, según me parece.        

1 comentario:

  1. La teoria prevalente es que las mutaciones genéticas se producen al azar. Sólo las que se transmiten a la siguiente generación y resultan más adecuadas para la supervivencia de la especie se vuelven a transmitir y se perpetuan. Abrazos.

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