El Presidente francés en un acto de conmemoración de la Liberación de París |
Hace unos días he visto la fotografía de un cartel que advertía, en inglés: ¡Cuidado con el perro! y añadía, escrito a mano: "es muy sarcástico". Una muestra del humor británico tan poco frecuente en estos páramos, y no digamos si se trata de tocar temas espinosos, sin que al menos una parte de la gente se encampane subiéndose por las paredes.
Porque aquí, vamos a desengañarnos, prevalece el modelo cartaginés, a saber "el odio eterno a los romanos" heredado del General Aníbal quien, animado por tal sentimiento irracional, pasó los Alpes con sus elefantes barritando, y estuvo en un tris de dar un disgusto a Roma, si no hubiera sido por una especie de relajo que le salió al camino y le distrajo de sus propósitos.
El caso es que el próximo día 24, se conmemora el septuagésimo aniversario de la liberación de París, que ocupaban los alemanes desde 1941, por el Ejército francés del General Leclerc, hecho de armas en el que tomaron parte muy notoria un conjunto de españoles, cuya presencia fue ignorada por la Francia oficial y la historiografía francesa durante sesenta años.
Basándose en este recuerdo y en plan de desagravio, la Alcaldía de la Villa invita desde 2004 a los parientes de aquellos soldados españoles, partidarios de la Segunda República española quienes, por razones de herencia, parecen esperar con fervor a orillas del Sena, la llegada de la Tercera y el día 25 de Agosto pronunciarán virulentos discursos incendiarios y agitarán banderas tricolores, como si estuvieran en Madrid, y tal agitación acelerara el proceso.
En 2075, es decir, en el plazo de otros sesenta años a partir de 2015, mis bisnietos vivirán el primer centenario del fallecimiento del General Franco y el 136º aniversario de la guerra civil, aunque sea seguro que tales efemérides pasarán desapercibidas para ellos, si bien París no olvidará su liberación y allí estarán invitados Aníbal y sus huestes, quiero decir, los descendientes de los vencidos en aquella lucha fraticida, gritando incansables sus reivindicaciones, dirigidas a los fachas de siempre, momificados en su memoria.
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